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Uno de los hechos que más llaman mi atención es como la Iglesia primitiva creció tan rápida y efectivamente. Todo comenzó con 12 discípulos. 

Más adelante, vemos en el día de Pentecostés, en Hechos 2, a 120 personas esperando la promesa del Espíritu Santo. Y en ese mismo día 3.000 personas se convirtieron a Jesús. Luego, en el año 100 D.C se estima que la Iglesia abarcaba 25.000 personas. Para el año 350 D.C se estima que la Iglesia ya alcanzaba los 30 millones de seguidores. ¡Y todo esto sin Facebook, Instagram, YouTube o TikTok! 

¿Cómo hizo la Iglesia para crecer tan rápido? 

En el libro “Sígueme” de David Platt, el autor afirma lo siguiente: “Los primeros discípulos veían como una obligación hacer otros discípulos, y no como una opción”. Jesús dejó a la Iglesia para mucho más que simplemente reunirse en un templo una vez por semana, la Iglesia está para ser luz, para brillar en la oscuridad, para dar esperanza y no quedar callada. Creo que donde más experimentamos del amor y la fidelidad de Dios es cuando somos obedientes a Su Palabra y somos luz para todos aquellos que necesitan de Jesús.

Mejor es dar que recibir, no hay nada más lindo que ser un agente de luz, llevando esperanza a un mundo que vive en ansiedad, depresión, y preocupaciones. Cuando leemos la historia de Jesús en la Biblia, no vemos un solo día en el cual el no haya sido luz, o no haya llevado sanidad, esperanza y salvación. Como cristianos, en esta generación de tanto aislamiento social, es donde más el mundo nos necesita. Muchas personas darían todo por un abrazo, por una oración, por una palabra de ánimo. 

¡Sé un agente de luz y de cambio hoy!