Cartas AbiertasMuestra

¿Cuál es nuestro mensaje?

Imaginemos un gran “Bill Board” con letras iluminadas que digan las siguientes palabras: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que esté cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro el cual será amplio en perdonar.”  (Is. 55:6-7) 

Pensemos que este mensaje es accesible para todos y que no hay persona que no haya podido leer este importantísimo mensaje. Sería maravilloso, ¿verdad? Sabemos que habría diferentes respuestas a ese llamado divino, pero estaríamos contentos de saber que son muchos los que han sido impactados por unas palabras tan trascendentales.

Aunque no es imposible que encontremos rótulos con mensajes cristianos, es muy difícil que lleguen a toda persona en todo lugar. Los que sí podemos llegar a las vidas que necesitan recibir este mensaje somos los que hemos sido llamados a ser luz del mundo. 

Pensemos por un momento en esta gran encomienda y veámonos a nosotros mismos como un gran “Bill Board” que lleva escritas palabras de fe y esperanza para este mundo que camina en tinieblas. El mensaje de salvación debe estar escrito en nuestras acciones, nuestros estilos de vida, nuestras actitudes, en fin en nuestro testimonio de vida.

Pablo declaraba que somos carta de Cristo, (2 Cor. 3:3) Dios ha escrito un mensaje en todos los que somos sus hijos, los que hemos sido redimidos por la sangre del Cordero. Así que es importante que nos preguntemos, ¿cuál es el mensaje que nuestras vidas cristianas trasmiten a este mundo, muy particularmente a los que nos rodean y con los que de alguna u otra forma nos relacionamos? 

¿Qué dice nuestro “Bill Board? ¿Qué verdades revela, qué leen en nosotros? Recordemos que no es tanto lo que hablamos sino lo que vivimos. Cada espacio de nuestra vida, cada letra, cada punto, cada coma es igual de importante. 

Siempre ha sido necesaria la predicación del Evangelio de Jesucristo, pero en este tiempo y en esta generación a la que pertenecemos, es a nosotros a quienes nos toca ser los embajadores de Cristo. En el Evangelio de Lucas encontramos unas palabras muy reveladoras acerca de la misión del rey David en esta Tierra, “Porque a la verdad David, habiendo servido a su propia generación según la voluntad de Dios …” (Hch. 13:36) Esta expresión nos debe dar un sentido de responsabilidad acerca de nuestra misión para esta generación.

El llamado de Jesús a que seamos sal y luz de este mundo, es tan ineludible y tan necesario hoy, como lo fue en el momento que Jesús lo pronunció. Pidámosle al Señor que nos ayude a cumplir su llamado con compromiso y diligencia. Oremos para que lo que pueda empañar la luz de nuestro mensaje a este mundo, sea sometido a la obra transformadora del Espíritu Santo, para que cumplamos como debemos con nuestra misión de ser embajadores de Cristo.