Abrumada Por Mis Bendiciones (Parte 7)Muestra

HACIENDO DISCIPULOS

Esto de la crianza es el trabajo más difícil que alguno de nosotros puede tener. Por fin nos damos cuenta cómo sobrevivir del cansancio de cuando nuestro hijo es un bebe, y después tenemos un rastreador. ¡Ponemos todas las cosas del piso en lo alto, y después tenemos a un niño que se sube a todo! ¡Nos damos cuenta de cómo arreglárnosla con nuevos retos, y después crecen otro día más! ¡Agrega a otro niño o dos (o cuatro) a la lista y tenemos un caos bendito aun en nuestros mejores días!

Estamos poniendo todo de nuestro esfuerzo en que nuestra familia crezca feliz.¿Acaso no es ese el llamado de la maternidad? ¿O lo es?

Sabes, si ves a traves de las Escrituras solo encuentro un llamado para nosotras las mamás. Es hacer discípulos de Jesús. Haciendo discípulos es lo que Jesús mando a que hiciéramos todos nosotros, y para nosotras las mamas, esta directiva se refiere especialmente a nuestros hijos.

¿Pero cómo podemos con ellos? Solo amándolos tan intensamente con Su amor que casi los obliga a ellos a escoger a Jesús.

Es un alto, y muchas veces un difícil llamado. Darles un abrazo en lugar de todo un discurso de consejos. Acogerlos en lugar de arreglarlos. Ofreciéndoles bondad y paciencia cuando quieres gritarles. Escoger quedarte quieta mientras tu niño quiere hacer un berrinche porque tu elegiste el vasito “incorrecto” o cuando tu adolescente está enojado (a) porque no lo dejaste ir a las películas con sus amigos.

La mejor manera de hacer discípulos en otros es cuando ellos ven en nosotros el poder, la gracia, y la gloria de una relación íntima con Jesús.

Tú cometerás errores, pasaras por muchos fallos, y tendrás que disculparte con gracia muchas veces a ti misma para que puedas así el día de mañana darles a ellos otra vez. Y durante el proceso y la repetición de la vida, comenzaras a enseñarles que la vida con Jesús es mucho mejor que sin Él.

Guiaras a tus seguidores a que sean seguidores de Jesús, no por tus palabras o por obligación a tener hambre de las escrituras, pero por medio de como vives la vida. Y un día tú vas a sonreír –mientras El también—a la magnitud de Su amor vivo en los corazones de esos en tu cuidado quienes eligen a Él como de ellos. Créeme, Él lo promete y lo he experimentado.

Padre, ayúdame a poder tocar el gran significado del llamado a hacer discípulos, primeramente de mis propios hijos. Que sea siempre un ejemplo de Tus bondades, gracia, y gloria en sus ojos—rápida para pedir perdón, lista para admitir mis fallas, y siempre para hablar de la vida que tú vives a través de mí. Que tu presencia sea mi esperanza mientras te sigo arduamente detrás de Ti.