Tiempo De CrecerMuestra

1 día: Tiempo de crecer

¿Quieres crecer? Todos alguna vez fuimos una semilla y para poder crecer tuvimos que ser sembrados. El estar bajo tierra, en la oscuridad, con humedad, puede que no nos haya gustado. Así como muchos procesos que vivimos en nuestro crecimiento personal, emocional y espiritual. A veces queremos salir corriendo porque son dolorosos y es que crecer duele. Sin embargo, hay un tiempo para todo, ya lo dice la Biblia: “hay tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado”.

Tal vez te encuentres en una etapa de tu vida donde las pruebas han tratado de ahogar la semilla que eres y no ves crecimiento. Situaciones de pérdida de empleo, la ruptura del matrimonio o alguna relación sentimental, la partida de un ser amado, alguien te traicionó, alguna enfermedad difícil ha tocado a tu puerta y no sabes que hacer o problemas con tus hijos. Todo eso te ha detenido y no ves alternativa en el camino. Nadie dijo que la vida sería fácil. Aun cuando los jóvenes van desarrollándose comienzan a sentir dolor en su cuerpo y ya cuando comenzamos a envejecer, nuevamente llegan los dolores que nos alertan sobre la etapa que estamos viviendo. 

Así también es nuestro crecimiento personal, emocional y espiritual, llegan temporadas en que somos probados con diversos sucesos que miden como reaccionamos en nuestras emociones, cuán anclada está nuestra fe en Dios y cuánto confiamos en sus promesas. De eso depende la medida de nuestro crecimiento, si somos semillas, una planta débil o un árbol robusto.

Ahora bien, el grado en que nos encontramos depende del terreno en que hemos caído. Dios quiere que estemos en tierra fértil, pero a veces nos desviamos buscando lo que creemos que es mejor para nosotros. Nos olvidamos de la voluntad de Dios. Por lo tanto, en vez de crecer firmes y saludables, nos secamos y entramos en un proceso de estancamiento en el que sentimos soledad, confusión, perdemos la esperanza y nos volvemos inactivos ante el plan que Dios tiene para nosotros.

Hoy ha llegado el tiempo de crecer, busca la tierra fértil y asegúrate de pasar los procesos necesarios para que te conviertas en ese árbol fuerte y frondoso que Dios quiere que seas. El primer paso es: comprométete con tu crecimiento.