El amor desaceleraMuestra

El amor que expulsa la ira 

Cuando no lidiamos con nuestro miedo, éste puede convertirse fácilmente en ira. El miedo tiende a encontrar consuelo en la ira. Ésta promete ayudarnos a defendernos de lo que amenaza algo que valoramos o necesitamos. 

La ira siempre es una emoción secundaria. Viene de un sentimiento de amenaza (o dolor) a nuestra seguridad, conexión, o control. Nos sentimos amenazados, luego no enojamos. El enojo no es un pecado. Es una señal. 

Jesús se enfadó cuando los líderes religiosos estaban abusando de la gente. Él volteó las mesas en el templo. (Mateo 21:12) Eso fue ira justa. La ira justa es real, pero es rara. 

Yo he empujado algunas mesas en mi tiempo, pero no puedo decir que haya sido porque estaba defendiendo a los débiles. Fue porque tenía expectativas incumplidas o sentía una amenaza a mi seguridad, conexión o control. 

¿Te sientes identificado? 

Cuando nos enojamos con algo que nos ocurre siempre es por algo esta pasando dentro de nosotros. La ira es como un luz de advertencia en tu automóvil que te deja saber que algo anda mal. Lo que hagas con esa señal va a hacer la diferencia entre usarla para mal o para bien. 

El apóstol Pablo dice: "Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo" (Efesios 4:31-32). Cuando nos enojamos por situaciones que amenazan nuestra seguridad, conexión o control tiende a conducir a una ira injusta y a la amargura, y a todas las otras cosas que Pablo menciona en ese versículo. Pero el enojo también puede ser usado para el bien. 

Nosotros usamos la ira para el bien cuando la controlamos y nos damos cuenta de que está señalando un área de nuestra vida que necesitamos rendir a Dios. Ella nos recuerda que solo el amor de Dios nos puede dar seguridad, conexión y control. El enojo puede señalar áreas de nuestra vida en las cuales estamos buscando aquellas cosas en otro lugar que no sea Él. Cuando te enojes, desacelera, respira profundo, aléjate de la situación, luego ora y pídele a Dios que te de paz y te muestre qué áreas necesitas rendirle a Él. Él te dará paz y visión. Y tú tendrás una mejor probabilidad de resolver la situación de una sana manera. El amor desacelera. El enojo acelera. Así que desacelera y apóyate en el amor de Dios hoy.