DesgastadosMuestra

Avanzar sin cuidar los límites lleva a una mente embotada que no te permite pensar con claridad, a tener malestar emocional, debilidad espiritual y fricción relacional. 

Dado todo eso, se está expuesto a que lo malo se cuele, tal como lo hace el agua por medio de una filtración al haber una tubería rota en nuestras casas: todo empieza como una gotera, pero si no se detiene y se repara a tiempo, habrá una desagradable y destructiva inundación.  

Aunque en Cristo somos más que vencedores, como personas no somos indestructibles ni tampoco invencibles, solo tenemos victoria completa en Él. 

En el andar de la vida, debemos tener cuidado porque la verdad es que, en más de un sentido, somos frágiles. Necesitamos cuidar nuestros ritmos, nuestro margen y nuestro nivel de desgaste, de lo contrario, nos ponemos en una posición vulnerable, donde fácilmente podríamos ser vencidos por lo malo. 

Muchas experiencias desgastantes son oportunidades para que el mal prevalezca. Piénsalo, producto del desgaste, cualquiera puede tomar una decisión de la cual luego se arrepentirá o albergar cosas en su corazón contrarias a la paz de Dios. Quizás ya has estado ahí, has gritado cuando no has querido o te has ido cuando no has querido solo porque estabas al borde del agotamiento ¡Cuidado con lo que se filtra!

Lo malo será vencido por el ejercicio del bien, y esto es posible gracias al Señor. Su amor nos refresca, nos abraza y nos cuida, pero también nos lleva a la transformación para que así seamos vencedores y no vencidos.

El desgaste cesa cuando llega la restauración y revitalización a nosotros. Esto sucede por medio de cambios internos, que podemos tener con Dios, para llevar una vida espiritual donde Él fluye como esa agua que nos refresca el alma. Esto se debe complementar con los nuevos hábitos y la valoración y priorización de las cosas realmente importantes de la vida.

Dios está ahí para traer restauración a lo desgastado y transformación a nuestros corazones. Él forjará nuestro carácter y nos llevará a hacer el bien para que, de esa manera, evitemos que el mal nos venza en nuestra humanidad y podamos continuar avanzando en Sus propósitos para nosotros. Descansa en Él y avanza junto a Él.