Experimentando la poda del labrador celestialMuestra

2. Se espera que demos fruto, mucho fruto. Para eso somos podados. Vers. 2, 8.

“…y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca…” Juan 15:16

El que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto: llevar fruto es inevitable al permanecer en Cristo. La calidad y la cantidad del fruto pueden variar, pero la presencia del fruto es inevitable.

El propósito del pámpano es llevar fruto. Aunque hay usos para las hojas, las personas no cultivan viñas para ver las hermosas hojas. Se toman la molestia y el tiempo de cultivar, plantar, regar y atender a las vides para poder disfrutar del fruto. 

El fruto representa el carácter cristiano (como el fruto del Espíritu de Gálatas 5:22-23). La obra de Dios en nosotros y nuestra conexión con Él deben ser evidentes por su fruto, y tal vez por mucho fruto. Y para ello es necesario permanecer unido a la vid que es Cristo. “Es solo por la unión con él que cualquier pámpano puede dar fruto; una vez que la unión se rompe, la savia ya no fluye; y el fruto en ese pámpano ya no es posible, aunque los residuos de la savia que permanecen en él pueden ser suficientes como para dar hojas y así por un tiempo dar la apariencia de vida.” (Trench)

Un creyente que no genera fruto en el reino de Dios, está funcionando contrario a las leyes del reino. La nueva naturaleza que ha sido engendrada en el creyente, lo constriñe e impulsa a generar fruto. Así funciona la economía de Dios. En esto es glorificado mi padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. El fruto es el sello distintivo de los verdaderos creyentes cristianos.