[Serie Certeza en la Incertidumbre] En tiempos vacíos: Llénate de CristoMuestra

El control debe convertirse en rendición

Cuando escuchamos las noticias y oímos lo que sucede a nuestro alrededor, se desencadena una profunda sensación de miedo y preocupación. Estos sentimientos nos asustan porque aparentemente tenemos todo bajo control, y de repente todo nuestro mundo se sacude y se desmorona.

Para empeorar las cosas, debemos quedarnos en casa, aislados. Anhelamos conectarnos, adorar y orar con nuestros hermanos y hermanas en Cristo, pero no podemos ir a la iglesia. Incluso si ir a la iglesia no es parte de tu vida, cuando una crisis como la que enfrentamos con la pandemia del coronavirus surge, podemos de alguna manera sentir la necesidad de correr hacia ella. El aislamiento manifiesta el vacío que viene de la falta de conexión significativa con la familia de Dios.

Algo similar le sucedió al autor del Salmo 42. La Biblia nos dice que uno de los hijos de Coré, hace miles de años, se sentía como la mayoría de nosotros hoy en día. Expresó sus sentimientos a través de una hermosa canción: "Mi alma tiene sed de Dios". No quiero adelantarte todo, así que sólo diré que estaba deprimido porque no podía unirse a la multitud con la que solía ir a la casa de Dios. Su alma estaba inquieta y se preguntó: “¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí?” (Salmos 42:5, RVR1960).

¿Puedes relacionarte con él? ¿Te estás haciendo las mismas preguntas estos días? ¿Por qué me siento así? ¿Por qué me siento tan deprimido, tan asustado? ¿Qué hay detrás de tu miedo y preocupación? Estamos desesperados porque esas cosas que no podemos controlar revelan precisamente que no tenemos control de nada, nunca lo tuvimos. El control debe convertirse en rendición.

El salmista reconoce sus sentimientos, no los reprime. Se enfrenta a ellos con valentía y decide poner su esperanza en Dios. Lo entrega todo a Dios. No permite que sus circunstancias le roben su paz y su alegría.

Ora

Señor, hoy me siento abatido, y esta sensación me roba la alegría. Entrego mi vida y las circunstancias bajo Tu control. He decidido poner mi esperanza en Ti y regocijarme en Ti siempre. ¡Lléname con Tu presencia amorosa!