Las abundantes riquezas del reinoMuestra

¿Estamos locos?

Quienes mezclan los pactos, consideran que estas verdades que estamos estudiando, son una locura, tanto participar de la naturaleza divina como que Cristo terminó la obra en la cruz. El hombre natural no puede percibir estas realidades, porque no lo puede entender. El hombre religioso no lo puede aceptar porque todo lo quiere producir por sus propios méritos. Pero sabemos que ninguna de estas capacidades se puede producir por el ser humano. 

Entendemos que, para ser incluido en esta realidad, el costo fue muy alto. Para que tengas esta realidad espiritual y legal, a ti no te costó nada, pero hubo un costo altísimo. Se recibe como un regalo, pero se pagó un precio que el ser humano es incapaz de pagar. 

Cuando hablamos de estas riquezas, ¿por qué es tan importante entender que debemos edificar en la verdad presente? Porque quien edifica debe tener mucho cuidado si lo hace con base en el diseño correcto, por el alto costo que el Padre pagó, al entregar a su Hijo como pago perfecto para que nosotros tengamos todos estos beneficios. Pues quien edifica de una manera diferente o rechaza esta forma de edificar, desprecia el precio tan alto que se tuvo que pagar.

Hoy disfrutamos gratuitamente, pues antes de la fundación del mundo hubo un trato entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo de pagar un precio, que para el ser humano era imposible de pagar. El Hijo se ofrece como sacrificio para que tú y yo podamos disfrutar, y tristemente no lo disfrutamos, porque no lo hemos entendido. 

¿Cuál fue este costo?

El costo es la sangre del Hijo, su entrega, su sacrificio. El costo es tan grande, que esta negociación no ocurrió en la cruz, sino antes de la fundación del mundo. Cristo asumió el costo. Él pagó toda la cuenta. Por eso, cuando edificamos en mezcla de pactos y no edificamos sobre la gracia, minimizamos el sacrificio de Cristo. Queremos agregar, porque creemos que no fue suficiente. 

Los inmaduros toman el mensaje de la gracia y lo malinterpretan. Edificadores creen que deben «balancear» el mensaje de la gracia con legalismo; pero lo que no saben es que al hacer esto los hacen más carnales. Usan reglas humanas para cambiar el comportamiento por presiones. Como cuando quieres domar un león metiéndolo a una jaula, pero cuando le abres la puerta, te das cuenta que no le cambió la naturaleza. Lo mismo ocurre en el sistema legalista, la gente cree que, a mayor legalismo, mayor santidad; pero en realidad a mayor legalismo, mayor opresión, carnalidad y doble vida. 

Disfrutan estas riquezas quienes tienen el entendimiento de quienes son en Cristo, su nueva naturaleza, su nueva nacionalidad y lo que es Cristo dentro de ellos. 

Oremos

Padre que cada día se ilumine el entendimiento de la obra perfecta de Cristo a mi favor y todas las riquezas que tengo en el reino. Que valore cada día este privilegio de la riqueza emocional derivada de la identidad en Cristo.