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Las palabras que hablamos se originan en los pensamientos de nuestro corazón. Por decirlo de otra manera, la boca habla de lo que el corazón está lleno (Lucas 6:45). Por eso es tan importante que meditemos en la Palabra de Dios y en Sus obras, que son los primeros dos temas del Salmo 19.

Nuestros pensamientos y nuestras palabras son valiosos, vale la pena protegerlos. Rápidamente caemos en la trampa de los pensamientos negativos, que derivan en palabras críticas, tanto de nosotras, como de los demás. Si no usamos de sabiduría y precaución, lo que hablamos en voz alta es oído por nuestros amigos, familia, o hijos. 

Lo que elegimos pensar y las palabras que permitimos que salgan de nuestra boca también pueden estar llenas de vida. Nuestras palabras pueden estar llenas de vida, amor y adoración a nuestro Creador y todo lo que Él ha hecho.

Señor, gracias porque no solo eres el que nos mantiene a salvo, sino también el que pagó el precio para liberarnos. Ayúdanos a meditar en Tu Palabra y Tus obras para que nuestros corazones y nuestras lenguas puedan dar vida a todos los que nos rodean. Que nuestras palabras y pensamientos sean aceptables a Tus ojos. Amén.