[Admirable] Exploremos los misterios de encontrar a DiosMuestra

Cátedra

Juan se acostó en la cama de su celda en la prisión. Sus pensamientos volvieron a lo que había experimentado esa noche. Repitió la visión en la que había visto y oído algo inusual, la maravilla del mundo celestial.

Juan recordó un trono blanco y Uno sentado majestuosamente. Había tonos de ámbar y esmeralda alrededor del trono. Delante, había veinticuatro tronos con veinticuatro líderes terrenales coronados de oro y vestidos de blanco brillante.

Cantaron: «¡Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, que fue y es y que vendrá!». Juan fue vencido por el intenso poder de su canción, se desmayó, y cayó al suelo.

En el cielo, la adoración y admiración ocurren continuamente y en absoluta perfección. La adoración ante el trono de Dios es tal como él quiere que sea, no se afecta por las pasiones y preferencias de los terrícolas o del maligno. La adoración surge genuina y pura de los corazones cariñosos de los santos y serafines. Esta adoración fluye de estos cuerpos celestes en expresiones que son exquisitas y apropiadas.

El trono es el centro de todo: el cielo y la tierra, el tiempo y la eternidad, todo el espacio y el infinito, todo lo pasado, presente y futuro. Es en este trono altamente estimado que se centran todas las cosas. Todos los caminos de los terrícolas y los ángeles terminan en el trono del Todopoderoso. Todas las canciones del reino celestial son para el que está en este trono, que es perfectamente ilustre y glorioso. Esto es lo que trae admiración a sus vidas y su adoración.

En el trono se sienta el Señor del cielo y de la tierra, tu Padre celestial, ilimitado en poder, perfecto en conocimiento e incansable en creatividad. La adoración ante el trono no se trata de los hombres y su arte musical. Todos los artistas, bailarines, músicos, cantantes y líderes caerán boca abajo ante el Potentado Omnipotente, sin aliento con lo que veamos y escuchemos de él.

El trono siempre debe estar en el centro de su alabanza y de su adoración. Es crítico que el gran Soberano esté en el centro de nuestras letras, nuestras oraciones y nuestros sermones. Dios es el punto focal de todo. La cátedra y Aquel que se sienta en ella, traen admiración y asombro a nuestras vidas y adoración.

¿Alguna vez has pensado en el cielo y la adoración que encontraremos? ¿Qué ajustarías para enfocarte más en encontrar al admirable Dios?

Ora... Padre celestial, muéstrame la adoración y la maravilla del cielo. Aumenta mi conocimiento y admiración a ti. En el nombre de Jesús, Amén.