El final de mi ego por Kyle IdlemanMuestra

Humillado para ser exaltado
Hay cosas que se aprenden en el trabajo del ministerio. Una es que la gente viene a la iglesia buscando soluciones. Están atrapados en sus problemas y se preguntan si habrá una respuesta sobrenatural. Deudas, adicción, un matrimonio que se deshace— lo que sea, tarde o temprano buscan tomar pasos activos. En cuidadoso orden llevan los puntos a tratar para resolver los problemas.”¿Qué puedo hacer?” Asumimos que la respuesta está en la palabra “hacer”.
Y cuando debemos hacer algo, el humillarnos a nosotros mismos es algo que no tiene sustitución. En este punto dicen, “Seguro, lo entiendo. Ser más humilde. Pero hay algo que yo podría hacer fuera de ser más humilde”.
Es mucho más fácil hacer que ser. Hacer es tomar acción. Ser, requiere real transformación.
¿Quieres saber qué hacer? Bueno, podemos hacerlo de esta manera.
-Mantén la distancia.
-Golpéate el pecho..
-Ora: “Dios, ten misericordia de mí”.
-Dilo en serio.
Voy a ser claro y decir que esta es la clave. Sucede cuando te humillas a ti mismo.
¿Te interesan algunos no lo hagas?
-No justifiques tu caso.
-No me muestres tu historial.
-No pidas bendiciones comparándote con otros.
-No le des a Dios todas las razones por las que mereces bendición.
-No felicites a Dios por tenerte como hijo.
-No agradezcas a Dios por todo el trabajo duro que hiciste.
Nada puede sustituir la humildad delante de Dios. El corazón humilde agrada a Dios. El llanto humilde le invita a demostrar su poder.
Entendemos que el ser humillados es una actividad pasiva, —esto es porque alguien o algo nos humilla. Somos humillados por la falta de empleo, por el fracaso de una relación, por un sueño truncado. Pero Jesús habla de una humildad que es activa—nosotros mismos somos nuestros humilladores. No esperamos que esto ocurra naturalmente. “ Humíllate a ti mismo”. No suena correcto, ¿verdad? Casi masoquista. Estamos acostumbrados a hacernos valer, no a humillarnos a nosotros mismos.
Este es el trabajo maestro de la humildad—lo que Cristo hizo. Él se negó a sí mismo. Se humilló a sí mismo. Él era alguien que en toda su naturaleza —en toda su esencia—era Dios pero no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, se humilló a sí mismo.
¿Cómo nos humillamos a nosotros mismos? Algunas maneras de llegar a fondo:
-Para humillarme a mi mismo, voluntariamente confieso el pecado.
-Para humillarme a mi mismo, donaré sacrificial y anónimamente.
-Para humillarme a mi mismo, trataré a otros mejor que a mi.
-Para humillarme a mi mismo, pediré ayuda.
Escrituras
Acerca de este Plan

Tomado de la continuación de Kyle Idleman de "No soy un fanático", se te invita a encontrar el final de tu ego, porque sólo entonces puedes abrazar los caminos interiores de Jesús.
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