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[Serie Nuestra historia–Un repaso bíblico para católicos] Los libros históricos

DÍA 3 DE 6

1 y 2 Samuel


No resulta extraño que el pueblo de Dios, luego de haber padecido por años los resultados de la apostasía y de la falta de un liderazgo sostenido en el tiempo, haya deseado con ansias la unificación a través de un monarca. 


En estos dos libros escritos por el profeta Samuel, vemos el puente entre el reinado caótico de los jueces (que no se sucedían hereditariamente, sino que surgían debido a la necesidad) y, los primeros reyes de Israel. 


Samuel, un niño consagrado al servicio en el templo desde temprana edad por su madre Ana, una mujer que no podía quedar embarazada y a quien Dios le concede este niño, será el narrador de la historia mejor narrada de la antigüedad. Muchos historiadores concuerdan con que es la escritura en prosa más sobresaliente y la obra histórica maestra del Antiguo Testamento.


Este magnífico narrador, será el profeta responsable de ungir al primer rey de Israel, Saúl (aproximadamente entre 1030 al 1010 A.C.), y a su sucesor, el rey David (aproximadamente desde 1010 al 970 A.C.). Vemos específicamente en la segunda parte (2 Samuel) como Israel prospera y extiende su dominio sobre las naciones vecinas bajo el reinado de David. La nación extiende sus límites más que nunca en su historia y, se convierte en la nación más poderosa del Medio Oriente.


El rey David, era un hombre conforme al corazón de Dios, escritor de muchísimos salmos (cantos), muy sensible a la alabanza y a la adoración a Dios. Pero al mismo tiempo, fue un gran guerrero –es famosísima la historia de su lucha con el gigante Goliat, paladín de los filisteos a quien David derrota lanzándole piedras con una honda. 


Es también muy conocido por su gran ejemplo de arrepentimiento.  Cuando David cometió adulterio, escribió el Salmo 51. En él, vemos como David ruega misericordia a Dios y le pide que borre la culpa que le estaba atormentando. David pide reconciliación, clama al cielo rogando que Dios le dé un nuevo corazón, un corazón limpio de pecado y de maldad, lo que más le duele es saber que su pecado lo aleja de Dios, de su presencia. Lejos de Dios no siente más gozo ni alegría. ¿Acaso no es así como nos sentimos cuando estamos lejos de él?


¡Qué maravilloso es saber que Dios escuchó el clamor de David! Su vida fue restaurada porque hubo sincero arrepentimiento. Se produce así la reconciliación entre Dios y David, por la fe en la misericordia divina. Es de destacar que a pesar de que David pecó, Dios mantuvo su pacto y su promesa con sus descendientes. 


Lamentablemente no podemos ver el mismo corazón en el hijo de David, Salomón. Su corazón se inclinó a la idolatría al casarse con mujeres de pueblos vecinos que practicaban el culto a otros dioses y que tenían otras costumbres. Pero veremos, cómo a pesar de ello, Dios mantuvo su pacto. Sin lugar a duda, su fidelidad es incomparable.

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Acerca de este Plan

[Serie Nuestra historia–Un repaso bíblico para católicos] Los libros históricos

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Nos gustaría agradecer a la American Bible Society / El Centro Network por proporcionar este plan. Para mayor información por favor visite: https://www.americanbible.org/

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