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No poder escuchar a alguien puede ser frustrante. Tal vez te haya costado escuchar a un amigo al final del pasillo, a un padre en una habitación diferente o incluso a un entrenador gritando desde fuera. Cuando no puedes oír lo que alguien está diciendo, te arriesgas a perderte algo importante, algo que quieren decirte sólo a ti. Lo mismo sucede con Jesús. Él siempre habla, siempre enseña y siempre está allí para mostrarnos sus caminos. Sólo tenemos que sintonizar nuestros oídos para escuchar Su voz y enfocar nuestra atención a Su mensaje, para que no sólo lo escuchemos, sino que seamos capaces de entenderlo y aplicarlo a nuestras vidas. ¿Cómo puedes asegurarte de estar escuchando el mensaje que Dios tiene para ti?