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[Ahora es el momento: Lucas] Señor, tú, solo tú eres mi Dios

DÍA 1 DE 7

Señor, tú, solo tú eres mi Dios

Los fariseos tratan de tender una trampa a Jesús. La cuestión del tributo no tenía que ver tan solo con pagar impuestos, sino que era un reconocimiento implícito del señorío del emperador, el César, sobre la vida de las personas. Por lo tanto, esto era una cuestión muy delicada y que causaba continua tensión entre los judíos dentro del imperio romano, quienes rendían culto al Dios de Israel. Pero Jesús no cae en la trampa. Conoce bien las intenciones del corazón de los fariseos y les coloca en el punto justo: «…den al emperador lo que es del emperador, y a Dios lo que es de Dios». 

Efectivamente, la moneda la ha acuñado el emperador; lleva su efigie e inscripción y, probablemente, le corresponde a él cobrar los impuestos, ¡pero nada más! La vida y el señorío sobre nuestras vidas, el reconocimiento como único Dios verdadero y, por lo tanto, el culto y la adoración, la obediencia y la entrega, todo esto solo le pertenece a Dios. En definitiva, el emperador no es Dios. Esta afirmación bastaba para que los judíos pudieran encausar a Jesús ante los tribunales del imperio por desacato a las leyes del mismo y deshacerse de él como pretendían.

Jesús aprovecha dicha ocasión para enseñarnos a quién nos debemos. Como les ocurrió a los fariseos, nosotros también podemos tener la tentación de olvidarnos de quién es el verdadero Señor de nuestras vidas. Los maestros de la ley estaban tan obcecados con ella, que no reconocían a Jesús. También nosotros podemos obcecarnos con nuestros propios pensamientos y entregarnos a falsas servidumbres. 

Quienes profesamos fe en Jesucristo nos debemos solo a él, a ese Dios quien como Padre nos salva, como Hijo nos rescata y como Espíritu Santo nos acompaña en el tránsito por esta vida. Solo a ese Dios debemos ser fieles.

Reflexiona 

A la luz de este pasaje, ¿sabemos distinguir entre nuestros legítimos anhelos como personas y el Señor de la vida? ¿Has tenido algún momento en el que tus propios pensamientos sobre Dios, contrarios a lo que enseña la Palabra, te han alejado de él? ¿Qué significa para ti decir: Jesucristo es mi Señor? ¿De qué modo este texto te ayuda a entender y evitar la tentación de sucumbir a otros dioses —tales como el dinero, la política, la fama, el trabajo, entre otros—, que te alejen del verdadero Señor de tu vida?

Responde 

Al considerar este texto, ¿cómo crees que puedes ayudar a otros a descubrir el señorío de Cristo? 

Ora

Señor, tú conoces mi corazón. Ayúdame a soportar y vencer la tentación de tantos que reclaman señorío sobre mi vida. ¡Señor, tú, y solo tú eres mi Dios!

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Escrituras

Día 2

Acerca de este Plan

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