Dolor en el liderazgoMuestra

Día Uno: Dolor Garantizado  

Es inevitable e inescapable. Por naturaleza, el liderazgo produce cambios, y el cambio, aún el crecimiento y progreso maravilloso, siempre conlleva una medida de confusión, pérdida y resistencia. En otras palabras, el liderazgo que no produce dolor se encuentra en un periodo breve e inusual de bendición o no está haciendo ninguna diferencia. Así que,

Crecimiento = Cambio

Cambio = Pérdida

Pérdida = Dolor

Por tanto,

Crecimiento = Dolor

Cuando un líder, en cualquier ámbito, se arriesga a mover a un individuo y una organización de una etapa a otra—del estancamiento a la efectividad o del éxito a la importancia—inevitablemente se topa con confusión, pasividad y resistencia de las personas a quienes intenta liderar. Es totalmente predecible.

De hecho, el liderazgo—todo tipo de liderazgo—es un imán para el dolor, el cual puede llegar en varias formas. La gente nos culpa y nos critica por las malas decisiones, y nos critica aún por las buenas decisiones, porque hemos alterado el statu quo. Pero el dolor no es el enemigo. La inhabilidad o falta de disponibilidad y falta de voluntad de enfrentar el dolor es un riesgo y peligro mucho mayor.

Paradójicamente, los cristianos a menudo tienen más dificultad al lidiar con el dolor personal que los no creyentes. Miran las promesas de Dios y concluyen que Dios debería llenar sus vidas con gozo, amor, apoyo y éxito. Eso es leer la Biblia de forma selectiva. La Biblia dice claramente, y muy a menudo, que soportar el dolor es una de las formas, quizás la principal, en que la gracia de Dios obra profundamente en nuestras vidas.

Necesitamos una nueva perspectiva. Necesitamos hacernos amigos con el dolor; es parte del liderazgo. El dolor nos dice cuando estamos moviéndonos en la dirección correcta. Los nuevos dolores siempre formarán parte de tu vida a medida que continúas subiendo la escalera a tu destino.

¿Quieres ser un mejor líder? Incrementa tu umbral de dolor.