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Aprende a usar tu boca sabiamente

DÍA 1 DE 3

No hables demasiado


En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente.


En la medida que hablamos más, pecamos más. Eso debería ser serio para nosotros y hacer que hablemos menos, pero muchos de nosotros seguimos hablando a pesar de la advertencia.


En una lápida en el patio de una iglesia inglesa, el débil grabado decía: «Debajo de esta piedra, un trozo de arcilla, yace Arabella Young, quien el 24 de mayo comenzó a refrenar su lengua». 


Es mucho mejor que prestemos atención a Proverbios 10:19 y comencemos a refrenar nuestra lengua mientras vivamos. La Biblia dice en Santiago 1:19 que la gente sabia hace eso. No son habladores incesantes. Ellos hablan, por supuesto, pero son rápidos para oír y tardos para hablar.  


¿Por qué hablamos más de la cuenta? Seguramente es por nerviosismo o inseguridad, pero una principal razón de hablar en exceso es el orgullo. Nos preocupamos por nosotros mismos, nos centramos en nosotros mismos, nos enamoramos de nosotros mismos. Proverbios 18:2 dice «No toma placer el necio en la inteligencia, sino en que su corazón se descubra».


Uno de mis héroes es Teodoro Roosevelt. Roosevelt fue un presidente fuerte, sin temor con muchos rasgos increíbles. Pero como el resto de nosotros, él era un individuo con fallas y hablar demasiado era uno de esos defectos. Un biógrafo, Edmund Morris, comentó: 


«Se deleita como un chico escolar en mostrar su conocimiento, y lo hace en voz tan alta y con tal amplitud, que los conversadores no tan vigorosos caen cansados en el silencio». 


John Hay una vez calculó que, en una cena de dos horas en la Casa Blanca, los invitados de Roosevelt solo pudieron hablar cuatro minutos y medio, el resto del tiempo lo acaparó el presidente. 


Está bien, tal vez tú no estás tan mal, espero que no. Pero Teodoro Roosevelt no es el promedio. Dios nos llama a ser cuidadosos, a refrenar los labios e ir lentamente cuando entras en una conversación. Sé tardo para hablar y rápido para escuchar. La mayoría de nosotros lo hacemos al revés, somos rápidos para hablar y lentos para escuchar.


Las palabras son un gran recurso. Podemos hacer mucho bien con las palabras que dan vida. Pero, se puede abusar de las palabras. Una manera en que abusamos de las palabras es cuando hablamos demasiado y escuchamos muy poco. En este mundo de teléfonos celulares, correos electrónicos y Facebook, quizás el problema de las palabras excesivas es peor que nunca.


La gente sabia detiene su lengua. ¿Cómo lo estás haciendo con esta rara disciplina? 

Día 2

Acerca de este Plan

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Nos gustaría agradecer a Jeff Wells y a El Centro Network por proveer este plan. Para mayor información, por favor visita http://www.jeffhwells.com y http://elcentronetwork.com

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