[Serie Volviendo a Dios] El poder de hablar con DiosMuestra

Vivir como Dios requiere

Cuando tu recuperación parece difícil y complicada, reflexiona sobre la simplicidad de lo que Dios desea de ti. En el antiguo pacto, eran necesarios los sacrificios de animales para cubrir los pecados. Además, se requerían de una serie de acciones sacrificiales para conseguir el perdón de los pecados, pero Cristo marcó la diferencia. Se hizo el sacrificio perfecto a nuestro favor, a partir de allí ya no fueron necesarios más sacrificios de animales. La sangre del cordero sin mancha no solo cubrió los pecados, sino que nos limpió, los quitó definitivamente. 

Ahora, a partir del sacrificio de Cristo en la cruz, Dios ya no espera sacrificios sino vida que manifieste el fruto del Espíritu que nos habita. De esa manera se muestra al mundo su presencia y el impacto en la comunidad donde vives es real, así es como se trastorna el mundo. Dios ya solucionó lo del pecado en la cruz. Dios también solucionó lo de la salvación en la cruz. Tener esto en mente es necesario para que no nos preocupemos de esas cosas, sino que cada día vivamos como Dios quiere. 

Entendemos que estamos completos en Cristo, que no nos falta nada en el espíritu, para que podamos hacer todo aquello que nos ha delegado hacer en la tierra. Nos equipó, nos capacitó y espera que usemos todo lo que nos dio para cumplir su propósito eterno en Cristo Jesús. La oración es determinante en este proceso, puesto que esto se realiza en el ámbito espiritual, cuando estamos con el corazón humillado delante de él, con el deseo sincero de servirle y manifestarlo en nuestra vida, entonces poco a poco nuestra actitud cambia y el entendimiento se alinea con su propósito. 

Reflexiona

Hablar con Dios nos empodera para que cada día vivamos como él espera de sus hijos que fueron colocados en el reino. Nos capacitó y equipó para trastornar el mundo con vidas que muestren la diferencia, donde se evidencie el fruto del Espíritu en cada situación. Que cuando nos vean, puedan verlo a él. Toma la decisión de comenzar un discipulado, para que puedas crecer en Cristo cada día más. El maravilloso poder de la oración está a disposición tuya también. 

Oremos

Padre celestial, cuán agradecido estoy por tu amor expresado por medio de tu Hijo Jesucristo.  Te alabo por tu misericordia hacia mí, por equiparme con dones y talentos para manifestar el fruto del Espíritu Santo cada día. Gracias por permitirme hablarte directamente y ser parte de tu propósito eterno aquí en la tierra. Reconozco que estoy completo en Cristo y que no me falta nada, ninguna adicción o compulsión puede llenarme más que él. Amén.