Amiga, lávate esa caraMuestra

Amiga, ¿por qué lo hacemos? ¿Por qué chismeamos? ¿Por qué nos destrozamos entre nosotras mismas? ¿Por qué decimos hola los domingos por la mañana con la misma lengua que hablamos mal de las otras unos pocos días más tarde? ¿Eso nos hace sentir mejor con nosotras mismas? ¿burlarnos de alguien nos hace sentir más seguras que se ha salido de los parámetros que consideramos aceptables? Si podemos señalar sus defectos, ¿eso disminuye los nuestros? Por supuesto que no. En realidad, las piedras que con frecuencia tratamos de tirarles a otras personas son las mismas que nos han tirado a nosotras.

¿Te has afeitado alguna vez los dedos de los pies? Y lo que realmente quiero decir es: ¿Alguna vez te has burlado de alguien? ¿Has apuntado tu dedo en su dirección e ignoraste los otros tres dedos de tu mano que te apuntaban a ti? Todas lo hemos hecho, pero eso no lo justifica. Rebajar a otros no te elevará a ti.

Para modificar tu actitud tienes que reconocer que todas las palabras tienen poder, incluso las que susurras a espaldas de alguien… Mujeres juzgando a otras mujeres. He tenido esto en mi corazón desde hace ya un tiempo. Es algo que he tratado de comprender plenamente para poder explicarlo con palabras…

Lo que quiero decir es que todas nos juzgamos unas a otras, pero aunque todas lo hacemos, eso no es una excusa. Juzgar sigue siendo uno de los impulsos más hirientes y vengativos que poseemos, y nuestros juicios impiden que desarrollemos un grupo más fuerte... o que siquiera tengamos un grupo. Nuestro juicio nos excluye de amistades hermosas, que reafirmen nuestras vidas.

Nuestro juicio evita que establezcamos conexiones más profundas y enriquecedoras, porque estamos demasiado atascadas en las suposiciones superficiales que hemos hecho.

Chicas, esto de juzgar tiene que parar.

Lo mismo que nuestra compulsión por competir con todo el mundo a nuestro alrededor.