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¿Para qué me creó Dios?Muestra

¿Para qué me creó Dios?

DÍA 4 DE 6

El pecado


La naturaleza exacta del pecado descrito en estos versículos es desconcertante para la mayoría de los lectores. Aunque las acciones son un tanto confusas, lo que es muy evidente es el hecho de que el orden de Dios, bueno y creado, había sido corrompido por la rebelión humana. La gente había hecho lo mismo que Dios les mandó hacer en el jardín: habían sido fructíferos y se habían multiplicado y llenado la tierra (Génesis 1.28). Tristemente, en lugar de llenar la tierra de portadores de su imagen que reflejaran la gloria de Dios, habían llenado la tierra de quebrantamiento.


Curiosamente, el pecado del que se habla aquí describe que la gente veía algo hermoso y lo seguía en rebelión al mandamiento de Dios, como lo hacían Adán y Eva. En vez de someterse al mandamiento de Dios y confiar en la bondad de sus dictados, la primera pareja eligió confiar en sus ojos y seguir los deseos de sus corazones (Génesis 3.1-7). En su esencia, esta es la naturaleza de todo pecado. 


Dios, el Creador de todas las cosas, sabe mejor que nadie cómo debe vivirse la vida humana. Ofrece una guía clara sobre sus planes, buenos y generosos, para la humanidad, que en última instancia son para bien. El pecado está arraigado en la incredulidad en las promesas de Dios. En lugar de confiar en los caminos de Dios, todos eligen seguir los deseos de sus propios corazones y, al hacerlo, se elevan a la posición de Dios. La gente cree que sabe más que Dios; por lo tanto, corre tras los deseos de su corazón y los deseos de sus ojos. Juan advierte, sin embargo, que estas cosas son pasajeras y también lo son los que viven sus vidas en pos de ellas. Solo los que hacen «la voluntad de Dios» pueden vivir (1 Juan 2.16-17).


Pero, ¿cómo se hace la voluntad de Dios? Las implicaciones del pecado de Adán y la caída no son meramente que todas las personas tomen malas decisiones y que, sin embargo, si se esfuerzan lo suficiente, pueden guardar la ley de Dios. Más bien, el pecado hace que todas las personas sean incapaces de guardar la ley de Dios y queden atrapadas en las cadenas de su pecado. Jesús vivió de manera perfecta y completa la vida que ellos no podían vivir, sin importar cuánto lo intentaran. Aquellos que son conscientes de su incapacidad de guardar la ley de Dios pueden volverse a Cristo en arrepentimiento y fe y recibir el don gratuito de la justicia. Por gracia, Dios atribuye la perfección de Jesús a hombres y mujeres que nunca hubieran podido ganarla por sus propios méritos (2 Corintios 5.21).


Jesús, perdóname por mi rebelión, mi incredulidad y mi arrogancia. Gracias por vivir la vida perfecta que hizo posible mi salvación. Amén.

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Acerca de este Plan

¿Para qué me creó Dios?

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Nos gustaría agradecer a Biblias Editorial Vida y Grupo Nelson por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://bit.ly/2B78HCt

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