Misión apostólica del discipulado IIMuestra

La iglesia en el reino

Los versículos 16 al 20, de Mateo capítulo 28, miran a la vez hacia adelante y hacia atrás. Constituyen un resumen de lo que significaba la misión de Jesús, hacer discípulos, y mirar hacia adelante, hacia la misión de la iglesia. El evangelio de Mateo, es el único que utiliza la palabra «iglesia». Busca entender la misión de la iglesia como enraizada en el ministerio de Jesús, por eso, comprenderemos la gran comisión, solamente si la estudiamos dentro de su contexto, dándonos cuenta que tiene su orígen en en todo lo que Jesús hacía y enseñaba durante su propia misión de «hacer discípulos».

Podemos observar que «discípulo», es una palabra importante para Mateo. Se encuentra 73 veces en su evangelio, comparado con 46 veces en Marcos y 37 veces en Lucas. Es el único nombre que emplea Mateo, para los seguidores de Cristo, y se junta frecuentemente con el verbo «seguir», otro de sus vocablos favoritos. 

El verbo «hacer discípulos», ocurre solo cuatro veces en el Nuevo Testamento, tres de ellas en Mateo. La palabra «discípulo», no solamente se usa para los doce, sino de todos los que siguen a Jesús. De modo que se aplica a los miembros de la propia iglesia que registra Mateo, y les ayuda a considerarse como una continuación de la misión de Jesús.

La misión de Jesús, llega a ser la misión de ellos. Lo que Jesús hizo por ellos, lo deben hacer también ellos los unos con los otros y con todos los que responden: a hacer discípulos. Cada creyente es un discípulo, y cada uno, sea viejo o nuevo en la fe, es llamado a discipular a otros. Fue por eso que los creyentes se juntaron en una comunidad llamada «ekklesía». En ella iban a discipular a los creyentes nuevos como ciudadanos del nuevo reino.

Es importante entender, que la comisión que el Señor Jesucristo delega a sus seguidores para ir y hacer discípulos, parte desde una dimensión apostólica y una cosmovisión mundial. Es decir, que la tarea de discipular, fue endosada para gente con mentalidad y autoridad apostólica, por lo tanto, no puede verse ni cumplirse con mentalidad parroquial o pastoral, basada en un programa eclesiástico de simple crecimiento congregacional para alcanzar mayores adeptos para determinado grupo.

Por otra parte, la comprensión de Mateo acerca de la misión encierra tres tensiones principales: primera, entre el «ya» y el «todavía no» del reino; segunda, entre lo judío y lo gentil en la identidad de la comunidad; y tercera, entre la adoración y la duda en la vida y ministerio del discípulo.