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"Cuarta parte: Un futuro glorioso – Mantén tu curso."

Como sucesor de Moisés, la fe de Josué fue puesta a prueba. Dios había preparado a Josué para este momento mucho antes de que sucediera. Cuando Josué recibió su llamado debería haber sido muy emocionante, entonces ¿por qué Dios necesitaba repetirle una y otra vez que se esforzara y fuera valiente? ¿Quedaba algo pendiente? En realidad, ¡quedaban treinta y un reyes!

Josué tenía treinta y un reyes en su camino que debía derrotar para entrar en la tierra prometida. Estos reyes eran las montañas desconocidas que Josué necesitaba mover para poseer el glorioso futuro prometido a su pueblo.

La Biblia habla de la fe que es lo suficientemente fuerte como para mover montañas. Jesús dice en Mateo 21:21-22: «…podrán decirle a este monte: "¡Quítate de ahí y tírate al mar!", y así se hará. Si ustedes creen, recibirán todo lo que pidan en oración».

Todos encontraremos «montañas» en nuestra vida. Tal vez tus montañas tienen nombres como «deuda», «ruptura matrimonial», «depresión» o «cáncer». A veces, esta montaña ocupa todas las horas del día, obstruyendo tu visión del camino que tienes por delante. La única manera de mantener tu curso es aferrarte a la Palabra de Dios y mantenerte firme en tu fe cada día. Los desafíos son oportunidades para conquistar y convertirse en testimonios. La única manera de derrotar a treinta y un reyes es uno a la vez.

Para mantenerte fuerte y en curso, debes confrontar al enemigo. 1 Pedro 5:8 afirma: «Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar». El enemigo anda alrededor para sabotear tu destino y alejarte de Dios. En Juan 10:10 leemos: «El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir».

La mejor decisión que puedes tomar es esta: el diablo no tendrá lugar en mi vida. Puedes pasar mucho tiempo huyendo del diablo, cuando deberías estar firme. La Biblia nos enseña a someternos a Dios y resistir al diablo, y así él huirá (Sant. 4:7).

Para mantenerte en el camino en medio de reveses y desafíos, rehúsa permitir que el enemigo te descarrile y confía en que Dios te elevará por encima de tu perspectiva y circunstancias actuales, a Su promesa de victoria.

Oración: Has puesto al enemigo debajo de mis pies, no estoy bajo sus pies. Tomo mi posición de autoridad sobre sus estrategias para descarrilarme de mi futuro glorioso en Cristo y te alabo y te agradezco Señor porque todas tus promesas en Cristo son «Sí» y «Amén».