Mi Dios OyeMuestra

La oración, maravilloso medio de la gracia de Dios

En conclusión y resumiendo, en la oración:

• Mi Dios oye, un recurso inagotable


• Mi Dios oye, un valor primario


• Mi Dios oye, una confianza segura


• Mi Dios oye, una actitud de fe


• Mi Dios oye, una garantía presente


• Mi Dios oye, un privilegio indecible

Precisamente, en estos aspectos del libro del profeta Miqueas que hemos estudiado, vemos como la oración es un maravilloso medio de la gracia de Dios, para interactuar con sus hijos; lo cual cobra un hermoso valor y un significado contundente en nuestras vidas.

Es por ello que la oración, no puede verse simplemente como el cumplimiento de un hábito cuadrado, metodológico, insensible y mecánico; de igual manera no puede ser una práctica sin importancia a la cual estamos acostumbrados, verla como una obligación «por no perder la costumbre», hasta que la convertimos en algo insípido, mezquino, desgastado y superficial. Ni tampoco, como una expresión del sentimiento que brota lánguidamente durante las horas de aflicción, escasez o necesidad. 

Ningún creyente podrá dar el valor que tiene a la oración, si no principia por mirarla a la luz de una obra de gracia, por medio de la cual, el Padre nos enseña sus secretos y nos prepara para administrar sus negocios, que en sí, son los asuntos más importantes y los más necesarios en que debemos ocuparnos. 

Cuanto más entendido es un creyente, tanto más estima la oración; distingue con más claridad que Dios obra en los que oran y que la medida de la iluminación del Espíritu Santo al corazón del redimido es la medida del deseo de su espíritu para escudriñar las Escrituras y de elevar su oración continua a Dios. La iluminación, nunca encuentra su camino en un corazón, sin oración. El Espíritu Santo, no opera en un espíritu sin oración.

Dios, en su sabiduría creó la oración para que mantengamos una buena comunicación con Él, y es operativa y funcional solo por su gracia. De nosotros depende el «aprovechar», de manera correcta, un recurso tan valioso y esencial en nuestro diario caminar como hijos de Dios.