Jesús nacióMuestra

Se entregó para darnos su vida 

Para darnos su vida, él se entregó;

En la cruz lo dio todo y nos compró.

Del pecado y la muerte él nos libró,

Nos rescató, nos redimió.

¡Alegrémonos!; él hizo todo a nuestro favor, lo que nos lleva a entender que no se trata del esfuerzo para ganarnos el amor de Dios porque ya nos perdonó cuando Jesucristo se entregó como holocausto; el único sin pecado se hizo maldito por nosotros y cumplió la ley, fue el Cordero sin mancha, el sacrificio perfecto en la cruz, y entregó su vida. Su sangre, a diferencia de la de los machos cabríos, quitó el pecado; ya no necesitamos inmolaciones; en él se cumplieron; es el recordatorio de la promesa de Dios. 

Los sacerdotes llegaban al lugar santo, pero solo el sumo sacerdote ingresaba al santísimo y una vez al año; únicamente él presentaba la sangre de los sacrificios de animales ante Dios. Cuando Jesús murió y se rompió la cortina que separaba ambos espacios, nos hizo sacerdotes y él se constituyó el único Sumo Sacerdote del nuevo pacto; nos abrió la entrada directa al Padre celestial para una relación sin intermediarios. No lo merecíamos ni hicimos nada para ganarnos el amor de Dios, al contrario, no queríamos saber nada de él, nos avergonzaba que nos relacionaran y nuestra vida solo era la manifestación de la maldad por más buenos que nos creíamos, pero no se trata de nuestras obras, sino de lo que él hizo en la cruz. Él nos sacó del reino de la maldad y nos trasladó al de Dios en el que brilla su luz y hay vida eterna.