Devocionales para Cuaresma de Holy Bible: MosaicMuestra

Sacrificio sin sentido (Eileen Button)

Como muchos niños católicos, renuncié a los dulces por los cuarenta y tantos días de Cuaresma. Recuerdo haber ido escaleras abajo la mañana de Pascua, esperando ser saludada por un maravilloso conejito Palmer de chocolate sólido. Después de sobrevivir a la tortuosa temporada de sacrificio, apenas pude esperar para mordisquear las largas y deliciosas orejas del conejo.

A veces me decepcionaba encontrar una cruz hueca de chocolate en mi cesta en lugar del conejito preferido. Apoyada en la hierba de plástico verde y rodeada de caramelos de goma en colores pastel, había una versión de chocolate con leche del objeto de tortura de mi Salvador. En lugar del cuerpo quebrantado de Cristo, la cruz llevaba una flor rosada y amarilla hecha de azúcar. No pude comerlo Se sentía blasfemo hacerlo. Mientras era casi imposible soportar los largos y dulces días de Cuaresma, la trivialidad de mi "sacrificio" siempre me molestó cuando era confrontado por esa cruz de chocolate en la mañana de Pascua. Incluso un niño lucha con la realidad del máximo sacrificio de Cristo

La temporada anual de la Cuaresma es desconcertante para muchos. Negarnos a nosotros mismos nuestros hábitos, o la comida favorita, incluso durante un corto tiempo, parece arcaico en nuestra cultura de "lo quiero ya". La Cuaresma es un crescendo definitivo y agotador que conduce hasta el ruido cacofónico del Viernes Santo y a la hermosa aria del Domingo de Pascua. Es una temporada marcada por la deliberación e intencionalidad.

Pero a menudo nos interponemos en nuestras mejores intenciones. Cuando ayunamos por comida o tecnología (o cualquier cosa que capture nuestros corazones y amenace con ocupar el lugar que solo Dios puede llenar), podríamos sentirnos tentados a sentir orgullo o arrogancia por nuestro sacrificio. La misma cosa a la que renunciamos a veces clama dentro de nosotros como una "necesidad" de satisfacer. En lugar de enfocarnos en Jesucristo, nuestra atención puede ser atraída peligrosamente a eso que hemos entregado de manera voluntaria.

Aún así, la práctica de la Cuaresma puede ser una disciplina valiosa. Es difícil comprender lo que nuestro continuo sentido de derecho hace a nuestros cuerpos y almas. Nuestra cultura adora el placer y con profunda reverencia a todas sus deliciosas ofrendas. A medida que lo "absorbemos", podemos volvernos insensibles a nuestras necesidades, las hambres reales, en nuestras vidas. Observar la Cuaresma puede ayudarnos a luchar con las razones detrás de nuestro consumo perpetuo. Cuando decidimos renunciar a esa cosa que no satisface verdaderamente, nos encontramos cara a cara con algunas preguntas difíciles. ¿Podemos creer en Jesús cuando dice: "No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios"? ¿Cómo podemos hacer espacio para el Salvador en nuestras vidas sepultadas y agobiadas? ¿Podemos comprender la realidad del Viernes Santo y vivir dentro de esa ironía?

La Cuaresma nos desafía a considerar respuestas honestas a estas y otras preguntas del alma. Nos invita a saltar voluntariamente de la rueda del consumo y a experimentar el pinchazo de abstenerse a la indulgencia continua e irreflexiva. Tiene el potencial de dar a nuestra materia frenética una muy necesaria ruptura.

Como muchos creyentes, me aferro a la disciplina anual de Cuaresma y continúo renunciando a algo que consumo. Aprecio la época de la abstinencia, búsqueda y revelación. Cada año, aprendo algo nuevo.

Tal vez estaba, y estoy todavía, ofendido por una cruz hueca de chocolate porque significa lo que a menudo es cierto acerca de nuestra vida espiritual: lo que vemos en el exterior puede parecer bonito, pero podemos estar vacíos. Ocasionalmente, la realidad del sacrificio de Jesucristo y el poder de su amor rompen nuestros corazones endurecidos. La realización, como una chispa de agua helada en nuestras caras cansadas, nos hace reaccionar. Las partes vacías de nuestras almas se pueden llenar.