SAN MARCOS 8:11-30
SAN MARCOS 8:11-30 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Cuando los fariseos oyeron que Jesús había llegado, se acercaron y comenzaron a discutir con él. Para ponerlo a prueba, exigieron que les mostrara una señal milagrosa del cielo que demostrara su autoridad. Cuando Jesús oyó esto, suspiró profundamente en su espíritu y dijo: «¿Por qué esta gente sigue exigiendo una señal milagrosa? Les digo la verdad, no daré ninguna señal a esta generación». Luego regresó a la barca y los dejó y cruzó al otro lado del lago. Pero los discípulos se habían olvidado de llevar comida y solo tenían un pan en la barca. Mientras cruzaban el lago, Jesús les advirtió: «¡Atención! ¡Tengan cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes!». Al oír esto, comenzaron a discutir entre sí, pues no habían traído nada de pan. Jesús supo lo que hablaban, así que les dijo: —¿Por qué discuten por no tener pan? ¿Todavía no saben ni entienden? ¿Tienen el corazón demasiado endurecido para comprenderlo? “Tienen ojos, ¿y no pueden ver? Tienen oídos, ¿y no pueden oír?” ¿No recuerdan nada en absoluto? Cuando alimenté a los cinco mil con cinco panes, ¿cuántas canastas con sobras recogieron después? —Doce —contestaron ellos. —Y cuando alimenté a los cuatro mil con siete panes, ¿cuántas canastas grandes con sobras recogieron? —Siete —dijeron. —¿Todavía no entienden? —les preguntó. Cuando llegaron a Betsaida, algunas personas llevaron a un hombre ciego ante Jesús y le suplicaron que lo tocara y lo sanara. Jesús tomó al ciego de la mano y lo llevó fuera de la aldea. Luego escupió en los ojos del hombre, puso sus manos sobre él y le preguntó: —¿Puedes ver algo ahora? El hombre miró a su alrededor y dijo: —Sí, veo a algunas personas, pero no puedo verlas con claridad; parecen árboles que caminan. Entonces Jesús puso nuevamente sus manos sobre los ojos del hombre y fueron abiertos. Su vista fue totalmente restaurada y podía ver todo con claridad. Jesús lo envió a su casa y le dijo: —No pases por la aldea cuando regreses a tu casa. Jesús y sus discípulos salieron de Galilea y fueron a las aldeas cerca de Cesarea de Filipo. Mientras caminaban, él les preguntó: —¿Quién dice la gente que soy? —Bueno —contestaron—, algunos dicen Juan el Bautista, otros dicen Elías, y otros dicen que eres uno de los otros profetas. Entonces les preguntó: —Y ustedes, ¿quién dicen que soy? Pedro contestó: —Tú eres el Mesías. Pero Jesús les advirtió que no le contaran a nadie acerca de él.
SAN MARCOS 8:11-30 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Llegaron los fariseos y comenzaron a discutir con Jesús. Para ponerlo a prueba, le pidieron una señal del cielo. Él lanzó un profundo suspiro y dijo: «¿Por qué pide esta generación una señal milagrosa? Les aseguro que no habrá ninguna señal». Entonces los dejó, volvió a embarcarse y cruzó al otro lado. Los discípulos habían olvidado llevar panes y solo tenían uno en la barca. —Presten atención —advirtió Jesús—; ¡cuídense de la levadura de los fariseos y de la de Herodes! Ellos comentaban los unos con los otros: «Lo dice porque no trajimos pan». Al darse cuenta de esto, Jesús dijo: —¿Por qué están hablando de que no tienen pan? ¿Todavía no ven ni entienden? ¿Tienen el corazón endurecido? ¿Es que tienen ojos, pero no ven, y oídos, pero no oyen? ¿Acaso no recuerdan? Cuando partí los cinco panes para los cinco mil, ¿cuántas canastas llenas de pedazos recogieron? —Doce —respondieron ellos. —Y, cuando partí los siete panes para los cuatro mil, ¿cuántas cestas llenas de pedazos recogieron? —Siete —dijeron. Entonces concluyó: —¿Y todavía no entienden? Cuando llegaron a Betsaida, algunas personas llevaron un ciego a Jesús y rogaron que lo tocara. Él tomó de la mano al ciego y lo sacó fuera del pueblo. Después de escupir en sus ojos y de poner las manos sobre él, preguntó: —¿Puedes ver algo? El hombre alzó los ojos y dijo: —Veo gente; parecen árboles que caminan. Entonces le puso de nuevo las manos sobre los ojos, y el ciego fue curado; recobró la vista y comenzó a ver todo con claridad. Jesús lo mandó a su casa con esta advertencia: —No vayas a entrar en el pueblo. Jesús y sus discípulos salieron hacia las aldeas de Cesarea de Filipo. En el camino les preguntó: —¿Quién dice la gente que soy yo? Le respondieron: —Unos dicen que Juan el Bautista, otros que Elías y otros que uno de los profetas. —Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? —preguntó Jesús. —Tú eres el Cristo —afirmó Pedro. Jesús ordenó que no hablaran a nadie acerca de él.
SAN MARCOS 8:11-30 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Los fariseos llegaron a donde estaba Jesús y comenzaron a discutir con él. Para ponerle una trampa, le pidieron que demostrara con alguna señal milagrosa que él venía de parte de Dios. Jesús se molestó mucho por esto, y dijo: «¿Por qué siempre piden ustedes una señal? Les aseguro que no se les dará ninguna.» Entonces Jesús los dejó, volvió a subir a la barca, y se fue al otro lado del lago. Los discípulos se habían olvidado de llevar comida, y solo tenían un pan en la barca. Jesús les advirtió: —Les recomiendo que se cuiden de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes Antipas. Los discípulos comenzaron a hablar entre ellos y decían: —Seguramente dijo eso porque no trajimos pan. Jesús se dio cuenta de lo que hablaban y les dijo: —¿Por qué hablan de pan? ¿Todavía no comprenden? ¿Tienen la mente cerrada? Si tienen ojos, ¿cómo es que no ven? Si tienen oídos, ¿por qué no oyen? ¿No se acuerdan de aquella vez, cuando repartí cinco panes entre cinco mil hombres? ¿Cuántas canastas llenaron entonces con lo que sobró? Los discípulos respondieron: —Doce canastas. Jesús les preguntó: —Y cuando repartí siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenaron? —Siete —contestaron los discípulos. Jesús les dijo entonces: —¿Y todavía no entienden? Cuando llegaron al pueblo de Betsaida, unas personas guiaron a un ciego hasta Jesús y le pidieron que lo tocara. Jesús tomó al ciego de la mano y lo llevó fuera del pueblo. Después le mojó los ojos con saliva, colocó las manos sobre él, y le preguntó si veía algo. El ciego respondió: —Veo gente, pero parecen árboles que caminan. Entonces Jesús volvió a ponerle las manos sobre los ojos. El hombre miró de nuevo con cuidado, y vio todo claramente, porque ya estaba sano. Jesús le mandó que volviera a su casa, y le dijo: —No regreses al pueblo. Después de esto, Jesús y sus discípulos fueron a los caseríos cercanos al pueblo de Cesarea de Filipo. En el camino, Jesús les preguntó: —¿Qué dice la gente acerca de mí? Los discípulos contestaron: —Algunos dicen que eres Juan el Bautista, otros dicen que eres el profeta Elías. Hay otros que piensan que eres alguno de los profetas. Entonces Jesús les preguntó: —Y ustedes, ¿qué opinan? ¿Quién soy yo? Y Pedro contestó: —Tú eres el Mesías. Jesús les ordenó que no le contaran a nadie que él era el Mesías.
SAN MARCOS 8:11-30 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Los fariseos llegaron y comenzaron a discutir con él, y para ponerlo a prueba le pidieron que hiciera una señal del cielo. Lanzando un profundo suspiro, Jesús dijo: «¿Por qué pide esta gente una señal? De cierto les digo que ninguna señal se le concederá.» Los dejó entonces, y volvió a entrar en la barca para irse a la otra orilla. Los discípulos se habían olvidado de llevar comida, así que en la barca solo tenían un pan. Jesús les mandó: «Abran los ojos y cuídense de la levadura de los fariseos, y también de la levadura de Herodes.» Ellos se decían entre sí: «Lo dice porque no trajimos pan.» Pero Jesús se dio cuenta y les dijo: «¿Por qué discuten de que no tienen pan? ¿Todavía no entienden ni se dan cuenta? ¿Todavía tienen cerrada la mente? ¿Tienen ojos, pero no ven? ¿Tienen oídos, pero no oyen? ¿Acaso ya no se acuerdan? Cuando repartí los cinco panes entre los cinco mil, ¿cuántas cestas llenas del pan que sobró recogieron?» Y ellos dijeron: «Doce.» «Y cuando repartí los siete panes entre los cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas del pan que sobró recogieron?» Ellos respondieron: «Siete.» Entonces les dijo: «¿Y cómo es que todavía no entienden?» Cuando fueron a Betsaida, le llevaron un ciego y le rogaron que lo tocara. Jesús tomó la mano del ciego y lo llevó fuera de la aldea. Allí escupió en los ojos del ciego, y luego le puso las manos encima y le preguntó: «¿Puedes ver algo?» El ciego levantó los ojos y dijo: «Veo gente. Parecen árboles que caminan.» Jesús le puso otra vez las manos sobre los ojos, y el ciego recobró la vista y pudo ver a todos de lejos y con claridad. Jesús lo envió a su casa, y le dijo: «No vayas ahora a la aldea.» Jesús y sus discípulos fueron entonces a las aldeas de Cesarea de Filipo. En el camino, Jesús les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros más, que alguno de los profetas.» Entonces él les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy?» Pedro le respondió: «Tú eres el Cristo.» Pero él les mandó que no dijeran nada a nadie acerca de él.
SAN MARCOS 8:11-30 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Llegaron los fariseos y comenzaron a discutir con Jesús. Y para tenderle una trampa, le pidieron que hiciera alguna señal milagrosa que probara que él venía de parte de Dios. Jesús suspiró profundamente y dijo: —¿Por qué pide esta gente una señal milagrosa? Les aseguro que no se les dará ninguna señal. Entonces los dejó, y volviendo a entrar en la barca se fue al otro lado del lago. Se habían olvidado de llevar algo de comer, y solamente tenían un pan en la barca. Jesús les advirtió: —Miren, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes. Los discípulos comentaban entre sí que no tenían pan. Jesús se dio cuenta, y les dijo: —¿Por qué dicen que no tienen pan? ¿Todavía no entienden ni se dan cuenta? ¿Tienen tan cerrado el entendimiento? ¿Tienen ojos y no ven, y oídos y no oyen? ¿No se acuerdan? Cuando repartí los cinco panes entre cinco mil hombres, ¿cuántas canastas llenas de pedazos recogieron? Ellos contestaron: —Doce. —Y cuando repartí los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas recogieron? Contestaron: —Siete. Entonces les dijo: —¿Todavía no entienden? Después llegaron a Betsaida, y llevaron un ciego a Jesús, y le rogaron que lo tocara. Jesús tomó de la mano al ciego y lo sacó fuera del pueblo. Le mojó los ojos con saliva, puso las manos sobre él y le preguntó si podía ver algo. El ciego comenzó a ver, y dijo: —Veo a los hombres. Me parecen como árboles que andan. Jesús le puso otra vez las manos sobre los ojos, y el hombre miró con atención y quedó sano. Ya todo lo veía claramente. Entonces Jesús lo mandó a su casa, y le dijo: —No vuelvas al pueblo. Después de esto, Jesús y sus discípulos fueron a las aldeas de la región de Cesarea de Filipo. En el camino, Jesús preguntó a sus discípulos: —¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos contestaron: —Algunos dicen que eres Juan el Bautista, otros dicen que eres Elías, y otros dicen que eres uno de los profetas. —Y ustedes, ¿quién dicen que soy? —les preguntó. Pedro le respondió: —Tú eres el Mesías. Pero Jesús les ordenó que no hablaran de él a nadie.
SAN MARCOS 8:11-30 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Vinieron entonces los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole señal del cielo, para tentarle. Y gimiendo en su espíritu, dijo: ¿Por qué pide señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal a esta generación. Y dejándolos, volvió a entrar en la barca, y se fue a la otra ribera. Habían olvidado de traer pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca. Y él les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes. Y discutían entre sí, diciendo: Es porque no trajimos pan. Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Qué discutís, porque no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón? ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis? Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Doce. Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Siete. Y les dijo: ¿Cómo aún no entendéis? Vino luego a Betsaida; y le trajeron un ciego, y le rogaron que le tocase. Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo. Él, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos. Y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea. Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas. Entonces él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo. Pero él les mandó que no dijesen esto de él a ninguno.
SAN MARCOS 8:11-30 La Biblia de las Américas (LBLA)
Entonces salieron los fariseos y comenzaron a discutir con Él, buscando de Él una señal del cielo para ponerle a prueba. Suspirando profundamente en su espíritu, dijo*: ¿Por qué pide señal esta generación? En verdad os digo que no se le dará señal a esta generación. Y dejándolos, se embarcó otra vez y se fue al otro lado. Y se habían olvidado de tomar panes; y no tenían consigo en la barca sino solo un pan. Y Él les encargaba diciendo: ¡Tened cuidado! Guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes. Y ellos discutían entre sí que no tenían panes. Dándose cuenta Jesús, les dijo*: ¿Por qué discutís que no tenéis pan? ¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Tenéis el corazón endurecido? TENIENDO OJOS, ¿NO VEIS? Y TENIENDO OíDOS, ¿NO OíS? ¿No recordáis cuando partí los cinco panes entre los cinco mil? ¿Cuántas cestas llenas de pedazos recogisteis? Y ellos le dijeron*: Doce. Y cuando partí los siete panes entre los cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos le dijeron*: Siete. Y les dijo: ¿Aún no entendéis? Llegaron* a Betsaida, y le trajeron* un ciego y le rogaron* que lo tocara. Tomando de la mano al ciego, lo sacó fuera de la aldea; y después de escupir en sus ojos y de poner las manos sobre él, le preguntó: ¿Ves algo? Y levantando la vista, dijo: Veo a los hombres, pero los veo como árboles que caminan. Entonces Jesús puso otra vez las manos sobre sus ojos, y él miró fijamente y fue restaurado; y lo veía todo con claridad. Y lo envió a su casa diciendo: Ni aun en la aldea entres. Salió Jesús con sus discípulos a las aldeas de Cesarea de Filipo; y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? Y le respondieron, diciendo: Unos, Juan el Bautista; y otros, Elías; pero otros, uno de los profetas. Él les preguntó de nuevo: Pero vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Pedro, le dijo*: Tú eres el Cristo. Y Él les advirtió severamente que no hablaran de Él a nadie.
SAN MARCOS 8:11-30 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Cuando los fariseos oyeron que Jesús había llegado, se acercaron y comenzaron a discutir con él. Para ponerlo a prueba, exigieron que les mostrara una señal milagrosa del cielo que demostrara su autoridad. Cuando Jesús oyó esto, suspiró profundamente en su espíritu y dijo: «¿Por qué esta gente sigue exigiendo una señal milagrosa? Les digo la verdad, no daré ninguna señal a esta generación». Luego regresó a la barca y los dejó y cruzó al otro lado del lago. Pero los discípulos se habían olvidado de llevar comida y solo tenían un pan en la barca. Mientras cruzaban el lago, Jesús les advirtió: «¡Atención! ¡Tengan cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes!». Al oír esto, comenzaron a discutir entre sí, pues no habían traído nada de pan. Jesús supo lo que hablaban, así que les dijo: —¿Por qué discuten por no tener pan? ¿Todavía no saben ni entienden? ¿Tienen el corazón demasiado endurecido para comprenderlo? “Tienen ojos, ¿y no pueden ver? Tienen oídos, ¿y no pueden oír?” ¿No recuerdan nada en absoluto? Cuando alimenté a los cinco mil con cinco panes, ¿cuántas canastas con sobras recogieron después? —Doce —contestaron ellos. —Y cuando alimenté a los cuatro mil con siete panes, ¿cuántas canastas grandes con sobras recogieron? —Siete —dijeron. —¿Todavía no entienden? —les preguntó. Cuando llegaron a Betsaida, algunas personas llevaron a un hombre ciego ante Jesús y le suplicaron que lo tocara y lo sanara. Jesús tomó al ciego de la mano y lo llevó fuera de la aldea. Luego escupió en los ojos del hombre, puso sus manos sobre él y le preguntó: —¿Puedes ver algo ahora? El hombre miró a su alrededor y dijo: —Sí, veo a algunas personas, pero no puedo verlas con claridad; parecen árboles que caminan. Entonces Jesús puso nuevamente sus manos sobre los ojos del hombre y fueron abiertos. Su vista fue totalmente restaurada y podía ver todo con claridad. Jesús lo envió a su casa y le dijo: —No pases por la aldea cuando regreses a tu casa. Jesús y sus discípulos salieron de Galilea y fueron a las aldeas cerca de Cesarea de Filipo. Mientras caminaban, él les preguntó: —¿Quién dice la gente que soy? —Bueno —contestaron—, algunos dicen Juan el Bautista, otros dicen Elías, y otros dicen que eres uno de los otros profetas. Entonces les preguntó: —Y ustedes, ¿quién dicen que soy? Pedro contestó: —Tú eres el Mesías. Pero Jesús les advirtió que no le contaran a nadie acerca de él.