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Ezequiel 31:1-11

Ezequiel 31:1-11 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

El día primero del mes tercero del año undécimo, el SEÑOR me dirigió la palabra: «Hijo de hombre, dile al faraón, rey de Egipto, y a toda su gente: »“¿Quién se puede comparar con tu grandeza? Fíjate en Asiria, que alguna vez fue cedro del Líbano, con bello y frondoso ramaje; su copa sobresalía del espeso follaje. Las aguas lo hicieron crecer; las corrientes profundas lo nutrieron. Sus ríos corrían en torno a sus raíces; sus acequias regaban todos los árboles del campo. Así el cedro creció más alto que todos los árboles del campo. Gracias a las abundantes aguas, se extendió su frondoso ramaje. Todas las aves del cielo anidaban en sus ramas. Todas las bestias del campo tenían sus crías bajo su follaje. Todas las naciones vivían bajo su sombra. Era un árbol imponente y majestuoso, de ramas extendidas; sus raíces se hundían hasta las aguas caudalosas. Ningún cedro en el jardín de Dios se le podía comparar; ningún ciprés ostentaba un follaje parecido ni tenían su ramaje los castaños. Ningún árbol del jardín de Dios se le comparaba en hermosura. Yo lo hice bello y con un ramaje majestuoso. En el Edén, jardín de Dios, era la envidia de todos los árboles. »”Por eso, así dice el SEÑOR y Dios: Por cuanto el árbol creció tan alto y ufano de su altura, y se elevaba sobre el espeso follaje, yo lo he desechado; lo entregué en manos de un líder de naciones, para que lo trate según su maldad.

Ezequiel 31:1-11 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

Habían pasado once años desde que llegamos presos a Babilonia. El día primero del mes de Siván, Dios me dijo: «Ezequiel, hombre mortal, diles de mi parte al rey de Egipto y a toda su gente: “¡Tu grandeza es incomparable! Pareces un cedro del Líbano, cubierto de abundantes ramas. ¡Con ellas tocas el cielo! La lluvia y el agua del suelo te han hecho crecer; los ríos que te rodean te riegan con sus corrientes, como a los árboles del bosque. ”Eres el árbol más alto; con ramas altas y abundantes, pues tienes agua en abundancia. A ti vienen todas las naciones en busca de protección; se parecen a los pájaros: hacen nidos en tus ramas; son como los animales salvajes: buscan la protección de tu sombra. ”¡Tu grandeza es impresionante! Eres como un árbol de grandes ramas y profundas raíces, regado con agua abundante. No hay en todo el paraíso un solo cedro igual a ti. Tampoco hay un solo pino con ramas como las tuyas, ni un castaño con tantas hojas. ¡No hay en todo el paraíso un solo árbol tan hermoso como tú! Todos los árboles de mi jardín te ven y sienten envidia, porque yo te hice muy hermoso y te di abundantes ramas. ”Yo soy el Dios de Israel, y quiero que sepas una cosa: Has llegado a ser como un árbol muy alto. Con la punta de tus ramas puedes tocar el cielo. Por eso te has llenado de orgullo. Por eso también te he rechazado. Voy a dejarte caer bajo el poder de otro rey, que te castigará como merece tu maldad.

Ezequiel 31:1-11 Reina Valera Contemporánea (RVC)

El día primero del mes tercero del año undécimo, la palabra del Señor vino a mí, y me dijo: «Hijo de hombre, dile al faraón, rey de Egipto, y a su pueblo: “¿A quién te puedes comparar en arrogancia? Fíjate que Asiria era como un cedro del Líbano, con hermosas ramas, frondoso ramaje e impresionante altura. ¡Su copa se alzaba sobre un espeso ramaje! Las aguas lo hicieron crecer, el abismo lo encumbró; sus ríos corrían alrededor de su tronco, y compartía sus corrientes con todos los árboles del bosque. Fue así como llegó a ser más alto que todos los árboles del bosque; sus ramas se multiplicaron y, gracias a la abundancia de agua, el ramaje que había echado se extendió. En sus ramas anidaban todas las aves del cielo, y bajo su sombra parían todas las bestias del campo. ¡Muchas naciones se acogían a su sombra! Con sus ramas extendidas llegó a ser muy grande y hermoso, porque estaba plantado junto a muchas aguas. No había en el huerto de Dios cedro que lo cubriera; las ramas de las hayas no eran comparables a las suyas, ni el ramaje de los castaños se le podía comparar. ¡Ningún árbol del huerto de Dios era semejante a él en hermosura! Con su tupido ramaje yo lo embellecí; todos los árboles que estaban en Edén, en el huerto de Dios, lo envidiaban.”» Por lo tanto, así ha dicho Dios el Señor: «Puesto que su corazón se ha enaltecido por causa de la altura que ha alcanzado, y por haberse levantado por encima de las ramas más altas, yo lo he desechado y voy a entregarlo en manos de un pueblo poderoso, que lo tratará según su maldad.

Ezequiel 31:1-11 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

Aconteció en el año undécimo, en el mes tercero, el día primero del mes, que vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, di a Faraón rey de Egipto, y a su pueblo: ¿A quién te comparaste en tu grandeza? He aquí era el asirio cedro en el Líbano, de hermosas ramas, de frondoso ramaje y de grande altura, y su copa estaba entre densas ramas. Las aguas lo hicieron crecer, lo encumbró el abismo; sus ríos corrían alrededor de su pie, y a todos los árboles del campo enviaba sus corrientes. Por tanto, se encumbró su altura sobre todos los árboles del campo, y se multiplicaron sus ramas, y a causa de las muchas aguas se alargó su ramaje que había echado. En sus ramas hacían nido todas las aves del cielo, y debajo de su ramaje parían todas las bestias del campo, y a su sombra habitaban muchas naciones. Se hizo, pues, hermoso en su grandeza con la extensión de sus ramas; porque su raíz estaba junto a muchas aguas. Los cedros no lo cubrieron en el huerto de Dios; las hayas no fueron semejantes a sus ramas, ni los castaños fueron semejantes a su ramaje; ningún árbol en el huerto de Dios fue semejante a él en su hermosura. Lo hice hermoso con la multitud de sus ramas; y todos los árboles de Edén, que estaban en el huerto de Dios, tuvieron de él envidia. Por tanto, así dijo Jehová el Señor: Ya que por ser encumbrado en altura, y haber levantado su cumbre entre densas ramas, su corazón se elevó con su altura, yo lo entregaré en manos del poderoso de las naciones, que de cierto le tratará según su maldad. Yo lo he desechado.

Ezequiel 31:1-11 La Biblia de las Américas (LBLA)

Y sucedió en el undécimo año, el tercer mes, el día primero del mes, que vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo: Hijo de hombre, di a Faraón, rey de Egipto, y a su multitud: «¿A quién te pareces en tu grandeza? He aquí, Asiria era un cedro en el Líbano de hermosas ramas y frondoso, de sombra abundante y de elevada estatura, y su copa estaba entre las nubes. Las aguas lo hicieron crecer y las corrientes profundas lo encumbraron; con sus ríos se extendía en torno al lugar donde estaba plantado, y enviaba sus corrientes a todos los árboles del campo. Por eso su altura era mayor que la de todos los árboles del campo; se multiplicaban sus ramas y se alargaba su ramaje, extendiéndose a causa de las muchas aguas. En sus ramas anidaban todas las aves del cielo, bajo su ramaje parían todas las bestias del campo, y a su sombra habitaban todas las grandes naciones. Era, pues, hermoso en su grandeza, por la extensión de sus ramas; porque sus raíces estaban junto a muchas aguas. Los cedros no lo igualaban en el huerto de Dios; los cipreses no se podían comparar con su ramaje, y los plátanos no igualaban sus ramas. Ningún árbol en el huerto de Dios podía compararse a él en su hermosura. Hermoso lo hice por la multitud de sus ramas, y lo envidiaban todos los árboles del Edén que estaban en el huerto de Dios. »Por tanto, así dice el Señor DIOS: “Porque es de elevada estatura, y ha puesto su copa entre las nubes, y su corazón es altivo por su altura, lo entregaré, pues, en manos de un déspota de las naciones que lo tratará con dureza. Conforme a su maldad lo he echado fuera.

Ezequiel 31:1-11 Nueva Traducción Viviente (NTV)

El 21 de junio, durante el año once de cautividad del rey Joaquín, recibí este mensaje del SEÑOR: «Hijo de hombre, dale este mensaje al faraón, rey de Egipto, y a todas sus multitudes: »“¿Con quién compararás tu grandeza? Eres como la poderosa Asiria, que alguna vez fue como un cedro del Líbano, con hermosas ramas que daban una intensa sombra al bosque y su copa llegaba hasta las nubes. Los manantiales profundos lo regaban y lo ayudaban a crecer alto y frondoso. El agua corría a su alrededor como un río y fluía hacia todos los árboles cercanos. Este gran árbol se elevaba muy por encima de los demás árboles que lo rodeaban. Creció y desarrolló ramas gruesas y largas por el agua abundante que recibían sus raíces. Las aves anidaban en sus ramas y bajo su sombra parían los animales salvajes. Todas las grandes naciones del mundo vivían bajo su sombra. Era fuerte y hermoso, con ramas que se extendían ampliamente porque sus raíces llegaban a lo profundo, donde había agua en abundancia. Ningún otro cedro del jardín de Dios podía hacerle competencia. Ningún ciprés tenía ramas como las suyas; ningún plátano oriental tenía ramas comparables. Ningún árbol del jardín de Dios tenía una belleza parecida. Como hice tan hermoso este árbol y le di un follaje tan magnífico, era la envidia de los demás árboles del Edén, el jardín de Dios. »”Por lo tanto, esto dice el SEÑOR Soberano: como Egipto se volvió vanidoso y arrogante, y porque se puso tan por encima de los demás que su copa llegaba a las nubes, lo entregaré en manos de una nación poderosa para que lo destruya como merece su perversidad. Ya lo he desechado.

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