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Ezequiel 31:1-11

Ezequiel 31:1-11 NTV

El 21 de junio, durante el año once de cautividad del rey Joaquín, recibí este mensaje del SEÑOR: «Hijo de hombre, dale este mensaje al faraón, rey de Egipto, y a todas sus multitudes: »“¿Con quién compararás tu grandeza? Eres como la poderosa Asiria, que alguna vez fue como un cedro del Líbano, con hermosas ramas que daban una intensa sombra al bosque y su copa llegaba hasta las nubes. Los manantiales profundos lo regaban y lo ayudaban a crecer alto y frondoso. El agua corría a su alrededor como un río y fluía hacia todos los árboles cercanos. Este gran árbol se elevaba muy por encima de los demás árboles que lo rodeaban. Creció y desarrolló ramas gruesas y largas por el agua abundante que recibían sus raíces. Las aves anidaban en sus ramas y bajo su sombra parían los animales salvajes. Todas las grandes naciones del mundo vivían bajo su sombra. Era fuerte y hermoso, con ramas que se extendían ampliamente porque sus raíces llegaban a lo profundo, donde había agua en abundancia. Ningún otro cedro del jardín de Dios podía hacerle competencia. Ningún ciprés tenía ramas como las suyas; ningún plátano oriental tenía ramas comparables. Ningún árbol del jardín de Dios tenía una belleza parecida. Como hice tan hermoso este árbol y le di un follaje tan magnífico, era la envidia de los demás árboles del Edén, el jardín de Dios. »”Por lo tanto, esto dice el SEÑOR Soberano: como Egipto se volvió vanidoso y arrogante, y porque se puso tan por encima de los demás que su copa llegaba a las nubes, lo entregaré en manos de una nación poderosa para que lo destruya como merece su perversidad. Ya lo he desechado.

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