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2 CRÓNICAS 20

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Victoria sobre Moab y Amón#20,1-30: En la perspectiva del Cronista, este relato es como una gran parábola que le permite ilustrar sus ideas teológicas, a saber: el valor de la oración, del ayuno y de la confianza en Dios; la fuerza mediadora del Templo; el papel destacado de levitas y cantores; y, sobre todo, la confianza total en la intervención divina contra los enemigos de su pueblo.
1Algún tiempo después los moabitas y amonitas, acompañados por meunitas#20,1: meunitas: Lectura según la versión griega y 26,7; el texto hebreo dice amonitas. En el relato se les denomina también “habitantes de la montaña de Seír” (20,10). El ataque coaligado de Amón y Moab contra Judá no está atestiguado en Reyes ni en otras fuentes. El Cronista puede haber reconstruido la batalla a partir de la vaga noticia de 1 Re 22,48., se movilizaron para atacar a Josafat. 2Sus informadores le dijeron:
— Una gran multitud procedente de Edom, al otro lado del mar, viene contra ti y ya está en Jasesón Tamar, o sea, en Enguedí.
3Josafat se asustó y recurrió al Señor, proclamando un ayuno para todo Judá.#1 Re 21,9; Jr 36,6.9; Jl 1,14. 4Gente procedente de todas las ciudades de Judá se reunió para consultar al Señor. 5Josafat se puso en pie en medio de la asamblea de Judá y Jerusalén, que se encontraba reunida ante el atrio nuevo del Templo del Señor,#20,5: Templo del Señor: La batalla es presentada como una gran celebración litúrgica que tiene su arranque en el Templo y concluye en el Templo; más que a una expedición militar, parece que estamos asistiendo a una procesión litúrgica (20,21) que incorpora conocidos elementos de la “guerra santa”. 6y exclamó:
— Señor, Dios de nuestros antepasados: tú eres el Dios de los cielos, tú gobiernas todos los reinos de las naciones y tienes el poder y la fuerza, sin que nadie pueda resistirte. 7Tú, Dios nuestro, expulsaste a los habitantes de esta tierra ante tu pueblo Israel y se la entregaste a perpetuidad a la descendencia de tu amigo Abrahán.#Is 41,8. 8Ellos la habitaron y construyeron un santuario en tu honor, pensando: 9“Si nos sobreviene alguna desgracia (guerra, castigo, epidemia o hambre), nos presentaremos ante ti en este Templo, donde reside tu nombre, te invocaremos en nuestra angustia, y tú nos escucharás y nos salvarás”. 10Ahí tienes a los amonitas, moabitas y habitantes de la montaña de Seír: tú no permitiste a Israel atravesar su territorio cuando venía de Egipto, sino que los evitaron para no tener que destruirlos.#1 Re 8,37-39; Dt 2,4-5.9.18-19. 11Y ahora nos lo pagan viniendo a expulsarnos de la propiedad que nos diste en herencia. 12Dios nuestro, dales su merecido#20,12: dales su merecido: Lit. haz justicia con ellos. Puesto que el ataque enemigo es injusto (20,10-11), se pide que Dios actúe para hacer justicia., pues nosotros nos sentimos indefensos ante esta enorme multitud que nos ataca y no sabemos qué hacer, si no es poner en ti nuestra mirada.
13Todos los judaítas estaban en pie ante el Señor con sus chiquillos, sus mujeres y sus hijos. 14El espíritu del Señor#20,14: espíritu del Señor: A la oración del rey responde el Señor a través de un levita cantor inspirado que, como es habitual en la obra cronística, asume funciones proféticas (ver 1 Cr 25,1 y nota). La participación del pueblo se limitará a estar presente, esperar y ser testigo de la intervención divina. inspiró entonces en medio de la asamblea a Jajaziel, hijo de Zacarías y descendiente de Benaías, Jeiel y Matanías, levita del clan de Asaf, #Ne 11,22. 15que dijo:
— Presten todos atención, pueblo de Judá, habitantes de Jerusalén y rey Josafat. Esto les dice el Señor: No teman ni se acobarden ante esa gran multitud, porque la batalla no es de ustedes sino de Dios. 16Mañana bajarán hacia ellos cuando suban la cuesta de Sis y los encontrarán al final del arroyo, frente al desierto de Jeruel. 17Pero no tendrán que luchar esta vez. Deténganse y quédense quietos y verán la victoria que les depara el Señor. Judá y Jerusalén, no teman ni se acobarden. Salgan mañana a su encuentro, que el Señor estará con ustedes.#Is 8,8.10.
18Josafat se arrodilló rostro en tierra, y todo Judá y los habitantes de Jerusalén se inclinaron ante el Señor para adorarlo. 19Los levitas descendientes de Queat y de Coré se levantaron para alabar a voz en grito al Señor, Dios de Israel. 20Al día siguiente madrugaron para salir al desierto de Tecoa y mientras iban saliendo, Josafat, en pie, les decía:
— Escúchenme, Judá y habitantes de Jerusalén: Confíen en el Señor su Dios y estarán seguros; confíen en sus profetas y vencerán.#Is 7,9b.
21Tras consultar con el pueblo, designó a algunos para que fuesen delante de la formación vestidos con ornamentos sagrados, cantando y alabando al Señor con el estribillo: “Den gracias al Señor, porque es eterno su amor”. 22Y en el momento en que comenzaron los cantos y las súplicas, el Señor sembró discordias entre los amonitas, los moabitas y los habitantes de la montaña de Seír que venían contra Judá, y se destruyeron entre sí. 23Los amonitas y los moabitas atacaron a los habitantes de la montaña de Seír hasta destrozarlos y exterminarlos; y cuando acabaron con los habitantes de Seír se pusieron a destruirse mutuamente.#Jos 6,17. 24Cuando los de Judá llegaron al promontorio del desierto y miraron hacia la multitud, no vieron más que cadáveres caídos en tierra y ningún superviviente. 25Cuando Josafat y su gente llegaron dispuestos al saqueo, encontraron tal cantidad de ganado, riquezas, vestidos#20,25: vestidos: El texto hebreo dice cadáveres, pero debe tratarse de una confusión entre pegarim (cadáveres) y begadim (vestidos). y objetos preciosos que no pudieron cargar con ellos. Necesitaron tres días para consumar el saqueo. 26El cuarto día se reunieron en el valle de Beracá#20,26: Beracá: Significa “bendición”., donde bendijeron al Señor. Por eso aquel lugar se llama valle de la Bendición hasta el presente. 27Los hombres de Judá y Jerusalén, con Josafat a la cabeza, regresaron contentos a Jerusalén, pues el Señor los había llenado de alegría a costa de sus enemigos. 28Llegaron a Jerusalén y entraron en el Templo al son de salterios, cítaras y trompetas.
29Un pánico sagrado invadió a todos los reinos vecinos al enterarse de que el Señor luchaba contra los enemigos de Israel.#Dt 2,25; 20,3-4. 30El reinado de Josafat, en cambio, fue tranquilo y Dios le concedió paz con sus vecinos#20,29-30: … paz con sus vecinos: Este sumario conclusivo presenta claras reminiscencias con los correspondientes sumarios del libro de los Jueces..
Conclusión del reinado de Josafat
(1 Re 22,41-46a.49)
31Josafat reinó en Judá. Cuando comenzó a reinar tenía treinta y cinco años y reinó en Jerusalén durante veinticinco años. Su madre se llamaba Azubá y era hija de Siljí. 32Josafat siguió los pasos de su padre Asá, sin apartarse lo más mínimo y actuando rectamente ante el Señor. 33Sin embargo, los santuarios locales de los altos no desaparecieron, pues el pueblo#20,33: santuarios: Ver nota a 1 Sm 9,12.— el pueblo: El autor modifica levemente el final de 1 Re 22,44 y omite la referencia a las buenas relaciones con el rey de Israel (ver 1 Re 22,45 y nota). seguía sin entregarse de corazón al Dios de sus antepasados.#Ver 17,6.
34El resto de la historia de Josafat, de principio a fin, está escrito en la Historia de Jehú, hijo de Jananí, que fue incluida en el libro de los Reyes de Israel. 35Además, Josafat, rey de Judá, se alió#20,35: se alió: El Cronista introduce una alianza entre Josafat y Ocozías de Israel, probablemente para justificar el desastre de la flota de Esionguéber (20,36-37). Ver la distinta versión de 1 Re 22,50. En cambio el Cronista silencia otra alianza exitosa entre Josafat, Ocozías y el rey de Edom contra Mesá, el rey de Moab (ver 2 Re 3,6.9). con Ocozías, rey de Israel, de conducta perversa. 36Se asociaron para construir naves con destino a Tarsis, y las construyeron en Esionguéber. 37Pero Eliezer, hijo de Dodavahu, de Maresá, profetizó contra Josafat, diciendo:
— Por haberte aliado con Ocozías, el Señor destruirá tu obra.
Y, en efecto, las naves naufragaron y no pudieron ir a Tarsis.

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