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Eclesiástico 36

36
Oración por Israel
1Sálvanos, Dios del universo,
y haz que todas las naciones te teman;
2amenaza al pueblo extranjero
para que experimente tu fuerza.
3Tú nos castigaste para mostrarles a ellos tu santidad;
castígalos también a ellos y muéstranos así tu gloria,
4para que reconozcan, como reconocemos nosotros,
que no hay Dios fuera de ti.
5Renueva tus prodigios, repite tus maravillas,
muestra tu gloria y el poder de tu brazo.
6Haz que se encienda tu ira, y descarga tu enojo,
y humilla y dispersa a nuestros enemigos.
7Haz que llegue pronto el momento señalado,
pues nadie puede pedirte cuentas de lo que haces.
9Destroza al jefe de los enemigos,
que dice: «No hay nadie igual a mí.»
10Reúne a todas las tribus de Jacob,
para que se establezcan en su tierra como antiguamente.
11Ten piedad del pueblo que lleva tu nombre,
de Israel, a quien escogiste como a un primer hijo.
12Ten piedad de tu santa ciudad,
de Jerusalén, el lugar donde tú vives.
13Llena a Sión de tu majestad,
llena tu templo con tu gloria.
14Son las primeras cosas que creaste; muéstrate a favor de ellas
y haz que se cumplan las profecías dichas en tu nombre.
15Da el premio a los que esperan en ti,
demuestra que tus profetas dijeron la verdad.
16Escucha las oraciones de tus siervos,
según el amor que tienes a tu pueblo,
17y que se sepa en todos los rincones de la tierra
que tú eres Dios del universo.
Hay que escoger lo mejor
18La garganta puede pasar cualquier alimento,
pero hay unos alimentos más sabrosos que otros.
19El paladar distingue los sabores,
y la inteligencia distingue las mentiras.
20Una mente malvada causa sufrimientos,
pero el hombre fuerte se los devuelve.
21La mujer acepta a cualquiera como esposo,
pero hay mujeres más bonitas que otras.
22Ver una mujer bella es un placer,
no hay nada más agradable;
23y si además es afable en su conversación,
su marido no tiene igual entre los hombres.
24El que obtiene esposa comienza a hacer fortuna,
y tiene ayuda, protección y apoyo.
25Un viñedo sin cerca es saqueado,
y un hombre sin esposa anda de un lugar a otro.
26¿Quién confía en una banda de gente armada
que va de ciudad en ciudad?
27Así es el hombre que no tiene nido,
que descansa donde la noche lo sorprende.

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Eclesiástico 36: DHHS94

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