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Salmos 31:1-24

Salmos 31:1-24 TLA

1 (2) Dios de Israel, tú eres un Dios justo; no me dejes pasar vergüenza. ¡Sálvame, pues confío en ti! 2 (3) Préstame atención, ven pronto a socorrerme. Protégeme como una enorme roca, rodéame como una alta muralla. 3 (4) ¡Tú eres la roca que me protege! ¡Tú eres la muralla que me salva! Guíame y dirígeme, pues así lo prometiste. 4 (5) No me dejes caer en la trampa que me han puesto mis enemigos; ¡tú eres mi protector! 5 (6) Tú eres un Dios fiel. ¡Sálvame! ¡Mi vida está en tus manos! 6 (7) Odio a los que adoran ídolos, pues estos no sirven para nada; ¡pero yo en ti confío! 7 (8) Tu bondad me llena de alegría, pues me viste sufrir y me cuidaste, 8 (9) me libraste de mis enemigos, y me diste libertad. 9 (10) Dios mío, tenme compasión, pues estoy muy angustiado, siento dolor en todo el cuerpo y mis ojos ya no aguantan más. 10 (11) Toda mi vida he sufrido, toda mi vida he llorado; mi maldad me debilita, mis huesos no me sostienen. 11 (12) Amigos y enemigos me ven como poca cosa; al verme en la calle se espantan y huyen de mí. 12 (13) Me tienen olvidado, como si ya me hubiera muerto; ¡parezco un vaso hecho pedazos! 13 (14) Mucha gente habla mal de mí, y hasta mí llegan sus chismes de que parezco un fantasma. Todos se han puesto en mi contra, y hasta quieren matarme. 14 (15) ¡Pero tú eres mi Dios! ¡En ti he puesto mi confianza! 15 (16) Mi vida está en tus manos; ¡sálvame de mis enemigos!, ¡sálvame de los que me persiguen! 16 (17) Yo estoy a tu servicio: ¡muéstrame tu buena voluntad! ¡Por tu gran amor, sálvame! 17 (18) Dios mío, mira que te estoy llamando; no me dejes pasar vergüenza. ¡Que pasen vergüenza los malvados! ¡Échalos a la tumba! 18 (19) ¡Calla a esos mentirosos, que me desprecian y me humillan! 19 (20) Tú eres muy bondadoso con la gente que te honra; a la vista de todo el mundo derramas tu bondad sobre los que en ti confían. 20 (21) Tu presencia los pone a salvo de los planes malvados; tú los proteges de la maldad como protege la gallina a sus pollitos. 21 (22) ¡Bendito seas, Dios mío! Cuando yo estuve en problemas me mostraste tu gran amor. 22 (23) Estaba yo tan confundido que hasta llegué a pensar que no querías ni verme. Pero a gritos pedí tu ayuda, y tú escuchaste mis ruegos. 23 (24) Ustedes, los que aman a Dios, ¡demuéstrenle su amor! Nuestro Dios protege a los que merecen su confianza, pero a los orgullosos les da su merecido. 24 (25) Todos ustedes, los que confían en Dios, ¡anímense y sean valientes!

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