SALMOS 145:2-3

Reconocemos que sólo Él es digno de nuestra alabanza y adoración, por medio de la alabanza, reconocemos lo maravilloso que Dios es, por todo lo que ha hecho, hace y seguirá haciendo en nuestras vidas. Le alabamos como un acto de agradecimiento pero también como una arma poderosa para la batalla. Alaba en todo momento, cada día, cuando estés alegre o triste, cuando esté todo bien o mal, Alaba.

En esta serie de cinco días con lecturas de varias partes de la Biblia, vamos a ver cómo “las naciones” siempre han sido el objeto del amor de Dios y cómo El llama consistentemente a Su pueblo a unirse con El en Su misión de rescatar y redimir a hombres y mujeres de cada tribu y lengua y pueblo y nación. También exploraremos las implicaciones de esto para las personas que desean vivir vidas misionales, alineadas con los propósitos de Dios.

La adoración a nuestro Dios es el resultado de un corazón agradecido y un alma absorta en su grandeza. Mientras el mundo adora todo aquello que ocupa un lugar de prioridad en su agenda, los cristianos adoramos al que vive por los siglos de los siglos. No obstante, hay momentos en los cuales el alma se silencia y se hace necesario que le hagamos un llamado a la adoración.

¿Alguna vez has sentido que tienes que reparar los pedazos rotos de tu corazón antes de acercarte al Señor? Nosotros nos identificamos con ese sentimiento. Pero qué alegría saber que Dios no nos llama a ser perfectos; Su gracia nos basta, porque Su poder se perfecciona en nuestra debilidad. Oramos para que este devocional te ayude a sanar tu corazón y te lleve de regreso a nuestro verdadero sanador, nuestro Padre Celestial.