San Mateo 26:11

"Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a estos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquellos olor de vida para vida." (2 Corintios 2:15-16) Los hijos de Dios tenemos el rico aroma de Jesucristo, desde el mismo momento en que lo aceptamos en nuestra vida, y decidimos hacer su voluntad. Ese aroma es de vida y salvación. Debemos procurar que nuestra fragancia se sienta donde quiera que estemos.

Había un tiempo en que me esforzaba por alcanzar el éxito personal, lo que me llevaba a buscar una gloria egoísta. Día tras día, me encontraba incapaz de cumplir con las expectativas que pesaban sobre mí. Hasta que un día, Dios me mostró que Él puede lograr mucho más cuando me rindo a Él que con mis propios esfuerzos. Ahora, reflejo la gloria de Dios como hacedor de discípulos porque busco Su Reino primero.

En un solo día, un hombre experimentó un cúmulo de emociones, sentimientos y acontecimientos. En pocas horas, sufrió tristeza, traición, juicio, golpes y una sentencia de muerte. ¿Qué ocurrió en las últimas horas de la vida de Jesús?

De Dios a hombre, de Reino a pesebre, de Omnipotencia a humildad. Jesús, siendo semejante a nosotros, entregó su vida para que fuéramos salvados. Pero, ¿quién mató a Jesús? Existieron muchos personajes detrás de su muerte, ¿quién la ocasionó? ¿o todo fue un propósito de una profecía predicha?