Pasadas estas cosas, aconteció que los hijos de Moab y de Amón, y con ellos otros de los amonitas, vinieron contra Josafat a la guerra. Y acudieron algunos y dieron aviso a Josafat, diciendo: Contra ti viene una gran multitud del otro lado del mar, y de Siria; y he aquí están en Hazezon-tamar, que es En-gadi. Entonces él tuvo temor; y Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová, e hizo pregonar ayuno a todo Judá. Y se reunieron los de Judá para pedir socorro a Jehová; y también de todas las ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda a Jehová. Entonces Josafat se puso en pie en la asamblea de Judá y de Jerusalén, en la casa de Jehová, delante del atrio nuevo; y dijo: Jehová Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista? Dios nuestro, ¿no echaste tú los moradores de esta tierra delante de tu pueblo Israel, y la diste a la descendencia de Abraham tu amigo para siempre? Y ellos han habitado en ella, y te han edificado en ella santuario a tu nombre, diciendo: Si mal viniere sobre nosotros, o espada de castigo, o pestilencia, o hambre, nos presentaremos delante de esta casa, y delante de ti (porque tu nombre está en esta casa), y a causa de nuestras tribulaciones clamaremos a ti, y tú nos oirás y salvarás.
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Muchas veces podemos sentirnos sin ánimos para continuar adelante. Cuando eso que esperamos en Dios no llega, y lo que vives, no se parece en nada a lo que esperas. Justo en esos momentos en que nos sentimos así, es cuando Dios prueba nuestra fe, porque después de todo, fe es creer en algo que no vemos.
En nuestro viaje de fe es inevitable que enfrentemos luchas espirituales en nuestro anhelo de obedecer y avanzar en las cosas de Dios. La Biblia es categórica en afirmar que nuestro adversario el diablo, deambula como un león rugiendo con feroz hambre, buscando a quien agarrar y devorar. Y aunque nuestro enemigo desea destruirnos, Dios asegura que en nuestra dependencia y sujeción a Cristo estará siempre nuestra victoria
¿Qué haces cuando la batalla a la que te enfrentas es demasiado grande para ti? No todos enfrentamos batallas militares, pero sí enfrentamos batallas mentales, fisicales, emocionales y muchas otras. Al enfrentar una batalla, es muy fácil ser derrotado incluso antes de que comience. La sociedad nos dice que nunca demostremos debilidad, pero el Señor nos dice que Su fuerza se demuestra mejor en nuestra debilidad.
La decisión de Dios, ¿quién la puede refutar? Si Él lo promete, y es Su decisión, Él lo cumplirá. Dios ha tomado decisiones acerca de ti, confía en Su plan.
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