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Proverbios 11:1-21

Proverbios 11:1-21 RVC

Al Señor le repugnan las pesas falsas, pero le agradan las pesas cabales. Con la soberbia llega también la deshonra, pero la sabiduría acompaña a los humildes. La integridad guía a los hombres rectos pero la perversidad destruye a los pecadores. De nada sirven las riquezas en el día de la ira, pero la justicia te librará de la muerte. La justicia corrige el rumbo del hombre cabal, pero el impío tropieza por su maldad. La justicia de los rectos los pone a salvo, pero a los pecadores los atrapa su pecado. Con el malvado muere su esperanza; muere la expectación de los malvados. El justo se libra de la tribulación, y su lugar lo ocupa el impío. El impío daña a su prójimo con sus labios, pero a los justos los salva la sabiduría. Si a los justos les va bien, la ciudad se alegra; también hay fiesta cuando los impíos perecen. La bendición de los justos enaltece a la ciudad; la boca de los impíos la trastorna. El falto de cordura menosprecia a su prójimo; el hombre prudente sabe guardar silencio. Quien es chismoso da a conocer el secreto; quien es ecuánime es también reservado. Cuando no hay buen guía, la gente tropieza; la seguridad depende de los muchos consejeros. Avala a un extraño y vivirás angustiado; evita dar fianzas y vivirás tranquilo. La mujer agraciada acrecienta su honra; la gente violenta acrecienta sus riquezas. El hombre de bien se hace bien a sí mismo; el hombre cruel a sí mismo se hace daño. Las obras del malvado no tienen sustento; sembrar la justicia tiene un premio seguro. La justicia conduce a la vida, y seguir el mal conduce a la muerte. El Señor detesta al corazón perverso, pero ama a los que van por el camino recto. Tarde o temprano, el malvado será castigado, pero los justos y los suyos saldrán bien librados.

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