Yo amo al SEÑOR porque él escucha mi voz de súplica. Por cuanto él inclina a mí su oído, lo invocaré toda mi vida. Los lazos de la muerte me enredaron; me sorprendió la angustia del sepulcro y caí en la ansiedad y la aflicción. Entonces clamé al SEÑOR: «¡Te ruego, SEÑOR, que me salves la vida!». El SEÑOR es misericordioso y justo; nuestro Dios es compasivo. El SEÑOR protege a la gente sencilla; estaba yo muy débil, y él me salvó. ¡Ya puedes, alma mía, estar tranquila, porque el SEÑOR ha sido bueno contigo! Tú, SEÑOR, me has librado de la muerte, has enjugado mis lágrimas, no me has dejado tropezar. Por eso andaré siempre delante del SEÑOR en esta tierra de los vivientes. Yo creí, aunque dije: «Estoy muy afligido».
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¿Tienes grandes sueños? ¿Están fuera de tu control? ¿Crees que son imposibles? ¿Ya no tienes Fe? ¿Hay algo imposible para Dios? Bueno, te invito a éste devocional para que veas la respuesta
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El Salmo 116 es un testimonio íntimo y profundo de alguien que ha sido rescatado por Dios de la muerte. Este devocional acompaña al salmista en su recorrido espiritual: desde la angustia hasta la adoración; desde el clamor desesperado hasta la entrega agradecida.
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Aprender desde nuestra juventud que debemos soportar el sufrimiento, no podemos tapar el sol con un dedo, las condiciones para generar sufrimiento y dolor estarán allí, pero más grande que eso estará nuestro Dios con su amor y misericordia.
La vida de una mujer, aunque es un regalo, no es color de rosa, y menos en una sociedad que se ha encargado de señalarnos, presionarnos y hacernos sentir menos. Sin embargo, en medio de todo el bullicio de las opiniones y mentiras, Dios tiene algo importante que decirnos.
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