Buscando La Fe Que Sobrepasa Todo Sentimientoنموونە

 «En todo tiempo»

También en las circunstancias de la vida encontramos a Dios. Muy temprano en mi vida comencé a reconocer la presencia de Dios cada día. Esto no es otra cosa que aprender a reconocer a Dios en los momentos inusuales, momentos repentinos, en las «coincidencias», en Su protección y provisión. Esta actitud me ayudó a reconocer la bondad de Dios aun cuando no sentía confianza. Todos estos fueron momentos preciosos que me ayudaron a seguir adelante. Quizá el más intenso de todos fue un pequeño regalo que me dio una amiga en la primera Navidad que pasamos sin nuestra hija Shela. 

Mi niña coleccionaba pequeños adornos de ángeles navideños, y cada año decorábamos un pequeño árbol en su habitación para exhibir su colección. Aún continuamos poniendo el árbol en honor a su memoria. A ella también le gustaba el baile y ver a la gente bailar, aunque estaba confinada a una silla de ruedas. 

Cuando abrí el regalo que me dio mi amiga, comencé a llorar. Era un recuerdo vívido de que mi hija, quien jamás pudo caminar, ahora danzaba frente al trono del Padre celestial. El regalo era un adorno navideño de una hermosa bailarina con alas de ángel. Tras este momento especial vino a mi mente las palabras de Eclesiastés 3:4 que nos recuerdan que hay «tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar». ¡Ella está bailando ahora! 

El amor de Dios no es interesado o egoísta. Dios no renuncia ni se da por vencido cuando las cosas se ponen difíciles o cuando ya no le conviene amarnos; somos nosotros los que le fallamos una y otra vez pero, al contrario, Su amor se mantiene fiel y constante en todo tiempo.