¡DETERMÍNATE HOY!

Salmos 1:1-3 (DHH)

"Feliz el hombre

que no sigue el consejo de los malvados,

ni va por el camino de los pecadores,

ni hace causa común con los que se burlan de Dios,

2 sino que pone su amor en la ley del Señor

y en ella medita noche y día.

3 Ese hombre es como un árbol

plantado a la orilla de un río,

que da su fruto a su tiempo

y jamás se marchitan sus hojas.

¡Todo lo que hace, le sale bien!"

Es muy importante meditar y entender la Palabra de Dios, pero lo más importante y crucial es aplicarla a nuestras vidas.

La Palabra nos dice que no debemos seguir el consejo de los malvados, ni el ejemplo de los pecadores, ni unirnos con los que se burlan de Dios.

Sabemos que la luz no puede convivir con las tinieblas, entonces, es obligatorio apartarnos de todo aquello que nos aleja de Dios y que nos lleva a pecar. Aquellos que no renuncien al pecado, a las amistades que los alejan de Dios, a los vicios e incluso a sí mismos entre tantas cosas serán como árboles que se secan al tiempo y no dan fruto porque no reciben agua.

Recuerda que el enemigo de nuestras vidas intentará llevarnos hacia la ilegalidad (hacia todo lo opuesto a Dios y a Su Palabra).

Es hora de decidir, no solo con palabras, sino con acciones. No sirve de nada la intención de seguir el llamado un día, si al siguiente, te olvidas de Dios y decides ir por tu cuenta, como una rueda suelta .

Toma acción, determínate, rompe con los ciclos destructivos en tu vida y decide ser constante en tu relación con Dios; ponte en orden para caminar en Su legalidad, aplica la Palabra en tu día a día y renuncia a esas antiguas costumbres que no hacen nada más que desenfocarte de los planes de Dios para ti.

¿Quieres ser realmente feliz mientras caminas con determinación en el llamado? Haz esta oración conmigo.

Oración:

Señor, perdóname porque muchas veces no he querido abandonar el pecado, y he seguido el consejo de los malos. Padre, hoy decido renunciar a mi antigua manera de vivir y de pensar; tomo tu Palabra como mi única guía, llevándome hacia todo lo que tú tienes preparado para mí. Lléname de tu Presencia, hazme fuerte como ese árbol que está plantado junto a la corriente de agua. Quiero crecer y llevar mucho fruto y, mientras transito por el camino que me has trazado, ayúdame a ser feliz, cumpliendo con tu Palabra. En el nombre de Jesús, amén.