Acerca de los dones

Pablo describe los dones del Espíritu como regalos gratuitos que Dios nos da para sostener y edificar la Iglesia.

No son algo que obtenemos por mérito, sino una bendición que el Espíritu Santo nos concede para que cada uno de nosotros pueda cumplir su parte.

Estos dones tienen el propósito de unirnos como comunidad, permitiendo que cada uno contribuya al crecimiento común y a la expansión de la fe.

Pablo enumera nueve dones, que podemos agrupar en tres grandes categorías: dones de Palabra, de Obras y de Conocimiento.

Los dones de Palabra incluyen la Profecía, el Lenguaje de Sabiduría y de Ciencia, junto con las Lenguas y su Interpretación; son dones que nos ayudan a comunicar lo que Dios nos está revelando, orientando a los creyentes en la fe y en la comprensión de la voluntad divina.

Los dones de Obras incluyen la Fe, las Sanidades y los Milagros, que manifiestan la acción concreta de Dios en nuestra vida y nos permiten experimentar Su poder de manera tangible.

Finalmente, los dones de Conocimiento, como el Discernimiento de Espíritus y el Lenguaje de Ciencia, nos ayudan a reconocer lo que proviene de Dios y a recibir intuiciones profundas en nuestro caminar espiritual.

El corazón de este plan no es realizar un estudio formal o teórico sobre estos dones, sino más bien animarnos a vivir en sintonía con el Espíritu, dejando que Él nos sorprenda con los dones que quiere darnos para el bien de la comunidad.

Una vida en el Espíritu se caracteriza por la apertura y la disponibilidad para servir: estamos llamados a recibir estos dones con humildad y a usarlos para apoyar a quienes nos rodean, para que nuestra fe se vuelva más concreta y vivida día a día.