La Fuerza De La DebilidadSample

Elias: el profeta que dudó de su llamado
Elías es uno de los profetas más audaces de la Biblia, pero su historia también nos muestra sus momentos de miedo y duda. Vivió en una época en que Israel estaba gobernado por el rey Acab y su malvada esposa, Jezabel; ambos habían llevado al pueblo a adorar al dios Baal. Elías, decidido a confrontar la idolatría, proclamó que no habría lluvia ni rocío sobre la tierra hasta que él lo dijera. Su profecía se cumplió, y la sequía que siguió fue el preludio de un enfrentamiento dramático con los profetas de Baal.
Elías, lleno de valentía, desafió a los 450 profetas de Baal a un encuentro en el monte Carmelo. Pidió a Dios que respondiera con fuego del cielo, demostrando que el único Dios verdadero era el Señor. Dios respondió milagrosamente, enviando un fuego que consumió el holocausto de Elías, mientras que los profetas de Baal fracasaron miserablemente. Después de esta victoria extraordinaria, Elías oró con fe, y la lluvia volvió a caer sobre la tierra.
A pesar de su gran fe y de los milagros que había experimentado, Elías tuvo que enfrentarse al miedo. Cuando Jezabel amenazó con matarlo, Elías huyó al desierto, donde cayó en un profundo estado de desesperación y depresión. En ese momento de crisis, Dios le habló no con una tormenta, sino con un susurro suave, asegurándole Su presencia y mostrándole el camino a seguir. Elías aprendió que, incluso en los momentos más oscuros, Dios estaba a su lado.
La historia de Elías nos enseña que incluso los más valientes y fieles pueden tener momentos de miedo y desesperación. Cuando enfrentamos dificultades o amenazas, podemos sentirnos abrumados, pero Dios nos invita a no rendirnos. Aun en los momentos de soledad y desesperación, Él está cerca, listo para hablarnos y guiarnos. Nuestra fe no depende de las circunstancias, sino de la certeza de que Dios está con nosotros en todo momento, incluso cuando no lo vemos o no lo sentimos claramente.
About this Plan

Dios tiene una extraña costumbre: elige precisamente a las personas imperfectas e inadecuadas para realizar sus grandes obras. No a los superhéroes, ni a los más fuertes ni a los más valientes, sino precisamente a quienes se sienten demasiado débiles, inseguros y, admitámoslo, a veces incluso un poco desastrosos. Sin embargo, es precisamente sobre ellos que Dios construye su plan, transformándolos con su amor y gracia. Un poco como un artesano que toma un bloque de mármol tosco y, con paciencia y maestría, crea una obra extraordinaria.
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