La Fuerza De La DebilidadSample

Moisés: el hombre de las mil excusas
Moisés no nació como un líder seguro de sí mismo. Criado como príncipe en Egipto, un día actuó por impulso y mató a un egipcio que había atacado a un israelita. Obligado a huir, se refugió en el desierto de Madián, donde durante 40 años vivió como pastor, lejos de toda ambición. Parecía que su historia había terminado allí, pero Dios tenía otros planes.
Un día, frente a una zarza ardiente que ardía sin consumirse, Dios lo llamó para una misión imposible: liberar al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto. Moisés, sin embargo, no estaba nada entusiasmado. Rápidamente buscó excusas: “¿Quién soy yo para hacerlo?”. Luego, cuando Dios le aseguró Su presencia, Moisés insistió: “¿Y si no me creen?”. Como si no fuera suficiente, añadió: “Yo no soy buen orador”. Finalmente, desesperado, dijo: “¡Envía a otro!”.
Pero Dios no se dejó convencer por sus objeciones. Le dio señales milagrosas para ganarse la confianza del pueblo, le aseguró Su guía constante y, para ayudarlo en su inseguridad al hablar, envió a su hermano Aarón como portavoz. A pesar de sus miedos, Moisés se rindió al plan divino y se convirtió en el líder que Dios había escogido.
Al final, el pastor inseguro se convirtió en el libertador de Israel, el que enfrentó al faraón, vio abrirse el Mar Rojo y recibió la Ley en el Sinaí. Dios tomó a un hombre lleno de dudas y lo transformó en el mayor profeta del Antiguo Testamento.
Muchos creyentes se sienten inadecuados cuando Dios los llama a servir. Como Moisés, pensamos: “No soy lo suficientemente bueno” o “No soy capaz”. Pero Dios no busca personas perfectas; busca personas dispuestas. Cuando Dios llama, no nos deja solos: nos da los recursos, la fuerza y la guía para cumplir Su plan. La historia de Moisés nos enseña que no importa cuán inseguros estemos, lo que importa es quién está con nosotros. Si Dios está con nosotros, lo imposible se vuelve posible.
About this Plan

Dios tiene una extraña costumbre: elige precisamente a las personas imperfectas e inadecuadas para realizar sus grandes obras. No a los superhéroes, ni a los más fuertes ni a los más valientes, sino precisamente a quienes se sienten demasiado débiles, inseguros y, admitámoslo, a veces incluso un poco desastrosos. Sin embargo, es precisamente sobre ellos que Dios construye su plan, transformándolos con su amor y gracia. Un poco como un artesano que toma un bloque de mármol tosco y, con paciencia y maestría, crea una obra extraordinaria.
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