La Captura MilagrosaSample

Dejarlo todo para seguirlo
Después del milagro de la pesca abundante, Pedro se da cuenta de que su vida ha recibido un giro, no solo a nivel material, sino espiritual. Hasta ese momento, su vida se había concentrado en la pesca, en ganancias temporales. Pero ahora Jesús lo llama a algo mucho más grande y duradero: convertirse en “pescador de hombres”. Su misión ya no estaba limitada a las aguas del mar, sino que se extendía al Reino de los cielos, para llenarlo de creyentes.
Pedro comprende que el milagro de la pesca no era solo una señal, sino una invitación a ver su vida de una manera nueva. Como la red, que fue usada por Jesús para recoger una pesca extraordinaria, también su vida debía ser puesta en las manos de Jesús, purificada y preparada para un propósito mayor. Solo en las manos de Cristo su vida se “rompería” y, a través de ella, recogería algo que tiene valor eterno.
Este principio se ve claramente cuando Jesús dice: “Sin mí nada podéis hacer.” La red, sin la intervención divina, habría sido inútil. Así es la vida de cada uno de nosotros. No podemos dar frutos duraderos sin permanecer unidos a Cristo.
De nuevo Jesús dice a Pedro: “Sígueme, y te haré pescador de hombres.” Ese llamado es una transformación radical. El mensaje de Pedro ya no estaba ligado a su oficio, sino a la salvación que debía anunciar. Y así como la red llena de peces, su vida, puesta en las manos de Jesús, daría un fruto abundante en el Reino de Dios.
Pedro aprendió que, solo viviendo según el llamado de Jesús, vería su vida realizada de manera plena y rica en significado eterno.
Su llamado es también el tuyo, y espero que este Plan te haya ofrecido el estímulo correcto para escuchar la voz de Jesús: “echa la red.”
Dios te bendiga,
Pastor Carmelo Orlando
Scripture
About this Plan

Lucas relata el extraordinario encuentro entre Jesús y los primeros discípulos, especialmente Pedro, durante una extraña salida de pesca. Tras una noche infructuosa, Jesús le pide a Pedro que vuelva a echar las redes, a pesar de la experiencia. El resultado es un milagro: una pesca tan abundante que las redes se rompen. Pedro, conmovido por el milagro, reconoce su indignidad y se postra ante Jesús. Jesús lo llama a seguirlo, transformándolo de pescador de peces en pescador de hombres, invitándolo a participar en la misión de traer el Reino de Dios al mundo.
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