Vencer el miedo

Pedro era un pescador experto. Sabía muy bien que se pesca de noche, cuando los peces suben a la superficie. Y sin embargo, después de una noche de fatiga y redes vacías, Jesús le pide que lo intente de nuevo, en pleno día y delante de una multitud. Era una petición ilógica, casi embarazosa. Y sin embargo, Pedro elige vencer el miedo al fracaso y a la vergüenza, y confía en la palabra de Jesús.

Este es el verdadero valor: no la ausencia de miedo, sino la decisión de actuar por fe, aun cuando la lógica dice lo contrario. Pedro podría haber rechazado, pero acepta el desafío y el resultado es extraordinario: una pesca tan abundante que hacía hundir las barcas.

También Josué se encontró frente a una situación similar. Después de la muerte de Moisés, podría haberse sentido incapaz, pero Dios le dijo que fuera fuerte y valiente, que no temiera, porque Su presencia no lo abandonaría. La fe requiere valor, porque muchas veces Dios nos llama a movernos en maneras que desafían nuestra lógica.

Lo mismo sucede con Pedro cuando camina sobre las aguas. Mientras mantiene los ojos en Jesús, vence el miedo y logra lo imposible. Pero apenas se deja dominar por el temor, comienza a hundirse.

El miedo nos inmoviliza, la fe nos impulsa hacia adelante. Pedro, aquella mañana, eligió confiar más en la palabra de Jesús que en su propia experiencia. Y su confianza fue recompensada con un milagro. La lección es clara: si queremos ver la obra de Dios en nuestra vida, debemos aprender a vencer el miedo y caminar por fe.