Sin VergüenzaSample

Vergüenza borrada

El profeta Jeremías anunció un nuevo pacto que Dios haría con su pueblo, diferente al que se había roto en el pasado: «Este es el pacto... Pondré mi ley en su mente y la escribiré en su corazón... Y ellos serán mi pueblo. Perdonaré su iniquidad y ya no me acordaré de sus pecados».

Este nuevo pacto, sellado con la sangre de Jesús, trae consigo una liberación radical de la culpa y la vergüenza. «Porque yo perdonaré su iniquidad, y nunca más me acordaré de sus pecados». Esta promesa es fundamental para vivir sin vergüenza. Dios elige olvidar nuestros pecados perdonados. ¿Por qué, entonces, seguimos cargando con ellos?

El nuevo pacto nos ofrece una nueva manera de relacionarnos con Dios, basada en la gracia y el perdón. La circuncisión era una señal del antiguo pacto; en el nuevo pacto, es el Espíritu Santo quien sella nuestra relación con Dios en lo más profundo de nuestro ser. Ya no se requiere una marca física, porque vivimos conforme al Espíritu, y el Espíritu marca corazones. Puedes vivir libre de esas cosas que son fruto de la carne y de la ley. Ya no estamos bajo la condenación de la ley, sino bajo la gracia de Dios.

Nuestros pecados quedan borrados.

Nuestro pasado se elimina.

La vergüenza, eliminada.

La culpa, derrotada.

El pecado, crucificado.

La obra de Jesús en la cruz lo hizo posible. Hoy, abraza las promesas del nuevo pacto. Vive en la libertad del perdón de Dios, sabiendo que tu pasado no puede afectar tu presente ni tu futuro en Cristo.

Para pensar:
• ¿Cómo influye en tu vida diaria la creencia de que tus pecados perdonados son olvidados por Dios?
• ¿De qué maneras concretas sientes la diferencia entre vivir bajo la ley (expectativas, culpa) y vivir bajo la gracia (amor, libertad)?
• ¿Qué significa para ti tener el Espíritu Santo como la marca de tu pacto con Dios, en lugar de una señal externa?

Oración:
Señor, gracias por transformar mi corazón, perdonar y borrar mi vergüenza. Acepto el regalo de tu libertad. Te pido que te hagas fuerte en mí para permanecer en ella. En el nombre de Jesús, amén.