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A veces es difícil pensar en nuestras circunstancias actuales y visualizar un futuro brillante para nosotros. Dónde estamos y dónde queremos estar puede parecer que está a un millón de kilómetros de distancia, y esa distancia está llena de obstáculos y trampas. Comenzamos a preocuparnos por lo que nos depara el futuro y si tenemos lo que se necesita. Debido a lo que Jesús ha comunicado sobre nuestro valor, no necesitamos dudar o preocuparnos por lo que vendrá después. No tenemos que cuestionarnos porque las cosas de nuestro pasado vuelvan para ser tomadas en nuestra contra. 

Somos libres de esas cosas pasadas y podemos vivir la vida ahora, sin las cargas de nuestro pasado, y tener esperanza en una vida futura en una relación con Jesús.