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Mientras leemos este versículo, preste atención a la palabra "él mismo". Jesús tomó personalmente la violencia del mundo sobre sí mismo. Él tomó todo el odio que el mundo le arrojó, y en lugar de luchar, juzgar y condenar a las personas que lo pusieron en la cruz, los perdonó. Su disposición a asumir nuestro pecado nos mostró lo peor de nosotros mismos y lo mejor de Él mismo: al amar, perdonar y demostrar misericordia. Al hacer eso, nos mostró cómo era Dios en realidad. Dios es bueno. Dios es todo amor. Dios está dispuesto a hacer todo lo posible para asegurarse de que sepamos lo que Él pensaba de nosotros: que éramos dignos de esta demostración de amor. 

Cuando entendemos eso, las cosas cambian. No solo la forma en que entendemos a Dios, sino cómo nos entendemos a nosotros mismos.