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MÁS ALLÁ DE LAS ESTRELLAS (parte 1) Principio 7 “El poder de la oración no está en quién la hace, sino en quién la escucha.” La oración es una disciplina espiritual. Cuando mencionamos la palabra disciplina lo primero que nos viene a la mente es algo rígido, estructurado, mecánico, algo que “tengo que hacer” aunque no quiera. Pero es más que eso. Disciplina supone la capacidad para controlar los impulsos, sobre todo aquellos que nos apartan de nuestras metas. Algo que Jesús enseñó a sus discípulos en una de las últimas escenas antes de su partida fue: “Oren para que no entren en tentación”. Podríamos decir que nuestro nivel de tentación tiene mucho que ver con nuestro nivel de oración. Por esta razón, los discípulos le pidieron a Jesús: “enseñamos a orar”. No le pidieron: “enseñamos a hacer milagros, enseñamos a multiplicar la comida o a resucitar muertos”. Los discípulos vieron en Jesús la disciplina de la oración y obviamente conectaron los puntos, había algo que Jesús hacía en privado que sostenía toda su vida pública. La oración más que una disciplina, es un privilegio y también es una oportunidad. De todas las cosas que Jesús enseñó a sus discípulos la oración es una de las más poderosas. Consejos prácticos: 1- Una de las pasiones del corazón de Dios es la intimidad. Él ama pasar tiempo con nosotros. Que la oración sea esa disciplina que te ayude a mantener el enfoque. La oración no se trata de momentos, más bien se trata de una actitud constante. Por eso la Biblia dice: “Orad sin cesar.” (1 Tesalonicenses 5:17 RVR1960). 2- Orar para no entrar en tentación, la tentación es algo que disminuye en el momento en que hacemos de la oración una prioridad. Menny Escobar