Me movieron el pisoSample

Sin duda lo golpes más certeros al corazón vienen de aquellos a quienes hemos dado un lugar de privilegio en él. Cuando alguien tiene en poco tu depósito de amor y confianza, las emociones lo interpretan como un acto de alta traición y causa un dolor indescriptible.
Quizás tus expectativas no se dieron. Te preguntas qué más habrías podido hacer para que las buenas relaciones no se vinieran abajo. Consideras lo que pudiste haber dicho y no dijiste, y si dijiste todo lo que querías, te preguntas si habría sido mejor callar.
Después de una decepción, algunas personas se llenan de amargura. Otras se aíslan porque el dolor y la vergüenza plantan semillas de inseguridad en su corazón. Sin embargo, es importante saber que tu actitud de hoy determinará en gran medida tu futuro.
El Señor en su Palabra te ofrece una herramienta divina poderosa para lidiar con las heridas, una llave que desmantela pieza a pieza el explosivo de las ofensas recibidas. Se llama perdón. Para abrir un nuevo capítulo de bendición y triunfo en tu vida, necesitas cerrar los anteriores de agravios y resentimientos guardados. Perdonar no significa que apruebas la conducta de los que te hirieron. Tampoco significa que le restas importancia al suceso. El perdón no te coloca en un estado de amnesia, pero es un aceite sanador que desinfecta la herida, neutraliza el dolor inicial y atenúa las memorias dolorosas.
Perdonar es cancelar la factura que exigimos que nos paguen los que nos adeudan amor, lealtad, respeto o consideración. El perdón rompe los barrotes de la celda de tus resentimientos para que seas libre de avanzar hacia el propósito de Dios sin arrastrar viejas cadenas.
Si alguien que amabas te ha dejado el corazón adolorido, quizás quieras acompañarme en esta sencilla oración: “Señor, como hija tuya reconozco que en este momento no se me hace fácil perdonar. Pero en obediencia a tu Palabra y sabiendo que en Ti tengo las fuerzas para hacerlo, emito palabra de perdón sobre _____________. (menciona la persona o personas). Al hacerlo recibo de ti la gracia para que mi corazón sea sano de toda amargura y resentimiento. En el nombre de Jesús, Amén.
“Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben” (Lucas 11:4 RV)
Scripture
About this Plan

Cuando hemos vivido experiencias adversas que trastocan nuestros sueños, podemos pensar que el mundo se nos derrumba. Sin embargo, la Palabra de Dios abunda en promesas vivas de esperanza para nosotras. Este plan considera respuestas bíblicas a diversos desafíos de la vida de la mujer de hoy.
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