así que, pasado algún tiempo, la esposa de su amo se fijó en él, y un día le dijo:
—Acuéstate conmigo.
Pero José no quiso, y le contestó:
—Mire usted, mi amo ha dejado a mi cargo todo lo que tiene. Estando yo aquí, él no tiene nada de qué preocuparse. En esta casa nadie es más que yo; mi amo no me ha negado nada, sino solo a usted, pues es su esposa; así que, ¿cómo podría yo hacer algo tan malo, y pecar contra Dios?