Situación #2: Dejar morir
Foucault menciona que cuando llegamos a la modernidad, la relación de poder entre los poderosos y el pueblo cambia. Ahora, los poderosos no “hacen morir”, sino “dejan morir”.
¿A quienes dejamos morir como sociedad? A los presos, a los deambulantes, a quienes tienen la enfermedad de adicción a drogas, a las personas con condiciones de salud emocional, a los sordos, a quienes tienen diversidad funcional física o mental (cegüera, Sindrome Down, autismo, etc.), a los misioneros, a los que se apartan de la Iglesia, a los líderes que pecan/fallan, a los inmigrantes, a los que no se visten como nosotros, a los que no tienen el mismo interés sexual que nosotros, a las víctimas de violencia de género, a los que no piensan como nosotros, a la biodiversidad, a los animales en peligro de extinción, a la naturaleza con falta de reducir, reusar y reciclar...
Nosotros hacemos esto con nuestra indiferencia.
En particular, podemos denotar nuestra apatía hacia el evangelismo y las misiones.
El Fondo de Evangelismo Mundial (FEM) sostiene a más de 700 misioneros en 162 áreas del mundo. Actualmente, 2/3 de nazarenos del mundo no están aportando lo suficiente o no están aportando.
¿A cuántos viajes misioneros he ido? ¿A cuántas personas he ayudado intencionalmente en sus procesos de conversión y/o discipulado? ¿Cuántas veces oro específicamente por nuestros misioneros adoptivos? ¿A quién estoy discipulando activamente?
OJO: Cuando no proclamamos el mensaje y dejamos morir, obligamos a que la gente se pregunte “¿para qué vivir?”.